Durante el encuentro en el Zócalo para “celebrar” la expropiación petrolera, el presidente decidió usar el evento para hablar de su sucesión. Voluntaria o involuntariamente, tres simples imágenes dieron muestra del momento actual. Símbolos latentes de los retos que nos depara el futuro inmediato.
Primera imagen: La bandera nacional ondeando en medio de la Plaza de la Constitución. A diferencia de la ocasión en que otros mexicanos decidieron ocupar el Zócalo para “defender” al Instituto Nacional Electoral, esta vez los seguidores de la 4T si pudieron cobijarse con el lábaro patrio. Ese estandarte tricolor que simboliza al Estado mexicano y que en un país tan desigual, solo alcanza a cubrir a unos cuantos. La imagen nos recordó que en éste, al igual que en otros sexenios, el gobierno decide a quien se ampara y a quien no. Frustrante representación de la realidad mexicana, especialmente para las casi 150 mil víctimas de la violencia que van en este gobierno. Lúgubre recordatorio del país que somos para los familiares del medio millón de personas asesinadas y los casi 100 mil desaparecidos en las últimas décadas.
Segunda imagen: La figura de la ministra Norma Piña calcinada en la plaza pública. El extremismo como manifestación de intolerancia. En un país polarizado y dividido, intentar acabar con el que piensa diferente está a la orden del día. Paradójico que mientras 11 mujeres son asesinadas diariamente, sea la figura de una mujer la que es incendiada por unos cuantos seguidores del obradorismo. Manifestación de la precariedad con la que hoy se conduce el debate público. Evidencia puntual de la cultura de desigualdad y violencia que impera frente a ese género. En un México donde las mujeres ganan 15% menos que los hombres por un mismo trabajo o donde éstas dedican tres veces más tiempo a las labores del hogar, esta imagen transmite la asfixiante temperatura que diariamente enfrentan millones de mujeres mexicanas.
Tercera imagen: La comparación entre Múgica y Avila Camacho para definir el rumbo de la sucesión presidencial. Al retomar la perspectiva de “lucha de clases”, se confirma la falta de visión integral. El discurso del presidente da preponderancia a un idealismo radical. Al oponerse a lo que considera “medias tintas”, ignora que no fueron las posiciones extremas, sino las de conciliación y convivencia, las que dieron pauta para el llamado “milagro mexicano”, el ensanchamiento de la clase media y el mayor crecimiento económico que haya experimentado el país en su historia.
El evento en el Zócalo dio el banderazo para el último tramo del sexenio. La sucesión ha empezado.
Las tres imágenes citadas, también dan muestra clara de los grandes pendientes que dejará este gobierno: 1) que la ley proteja a todos por igual y se pacifique al país; 2) que hombres y mujeres convivan de manera igualitaria; 3) que todos los mexicanos y mexicanas puedan desarrollarse y mejorar sus condiciones de vida. También orientan a los actores públicos. Estos son los verdaderos pilares sobre las que deberá construirse la imagen del nuevo presidente o presidenta.
En el medio rural, una vez que la tierra ha “dejado de parir”, se vuelve indispensable rozar y tumbar para después oxigenarla con yunta o tractor. Esa ha sido la función histórica del actual gobierno; oxigenar un terreno que ya estaba seco. No obstante, ese ciclo está por terminar e iniciará otro. Quien logre engendrar una semilla con propuestas, acuerdos y políticas en torno a los elementos mencionados, sembrará la semilla del México que viene.
Dado que a los mexicanos no nos distingue tener buena memoria política, hoy que en las sobremesas, se discute sobre “quién es la favorita o el favorito” de AMLO, debemos recordar que desde hace 30 años, el presidente en turno perdió la capacidad de imponer a su sucesor. Sirvan las citadas imágenes del zócalo, para apuntar una última reflexión. La única forma en que AMLO podría asegurar su tan anhelado pase a la historia, es si garantiza que quien lo suceda, más que cubrirle la espalda o ser su marioneta, tenga el empaque personal para capitanear por cuenta propia un país que sólo podrá resolver los enormes retos que enfrenta, con diálogo, con una nueva convivencia y por supuesto, con colaboración de todos.
Hoy más que nunca, lograr la construcción de ese destino, e incluso orientar esa decisión presidencial, está en manos de la #SociedadHorizontal.