Escribió su crítica de cine en The Washington Post: “una venenosa sátira política; un esperpento con mucho humor negro que, como un espejo desalmado, nos muestra y retrata a todos… con la distorsión que dan la parodia, la farsa, el realismo mágico y la caricatura”. Agrego: ¡Que viva México! es una visión descarnada de nuestra idiosincrasia nacional, con los odios, resentimientos y envidia enraizados en nuestra epidermis. Dijo Ciro Gómez Leyva: “¡gran guion, gran edición, gran cinematografía…que actuaciones!”. Reparto del mejor cine mexicano de los últimos tiempos.
A la idiosincrasia nacional la han retratado críticamente: Luis Buñuel (Los olvidados), Juan Ibáñez (Los caifanes), Luis Alcoriza (Mecánica Nacional), y González Iñárritu (Bardo). Estrada suma su película con agenda propia y estereotipos consabidos: pobres y corruptos (nomás tantito), jodidos pero contentos (e infelices), borrachos y cachondos (infieles deliberados), racistas y sexistas (con sentimiento patrio). Ahora cambió el término de pobres por ricos o fifís: el plato autóctono está completo. El transcurrir de la vida del país, entre chingar y ser chingado (Octavio Paz). Es imposible que cualquiera de nosotros no se espejeé en los personajes de ¡Que viva México!
Ningún cineasta se había atrevido a nombrar a los políticos con apellidos hasta que llegó Luis Estrada con La ley de Herodes. Han pasado 23 años y ya tiene a todos los presidentes en sus películas, de Miguel Alemán a Andrés Manuel López Obrador. No es complaciente con nadie. Sus últimos cinco filmes están interconectados en la polarización e intolerancia de los regímenes. En materia de cine, cultura y ciencia, el de AMLO “ha sido el peor sexenio de muchos”, declaró el cineasta, quien agregó que ante la orfandad opositora “volvería a votar por AMLO”.
Estrada conoce el marketing y la publicidad a la perfección. Ha sabido promoverse como pocos en el medio. Su estreno para el 23 de marzo tiene ganado éxito seguro. A él no aplica una frase lapidaria en la película: “tu fracaso es nuestra felicidad”. No: tu éxito es nuestro rencor. No en balde considera que el cine es arte, vehículo de comunicación, entretenimiento… y negocio.
Claro: la taquilla manda.