Rubén Cortés
Que sea Miguel Mancera, el aspirante con más adhesiones en el bloque opositor, es indicativo de que las clases medias urbanas (que han irrumpido en el activismo político nacional) quieren mesura para México, en lugar de la estridencia neurótica del actual presidente.
Porque el exjefe de Gobierno lleva cuatro años en su escaño del Senado haciendo honor a una de las características que Max Weber considera básica en la política: “La mesura es la cualidad psicológica decisiva para el político”. No compra pleitos de baja estofa, y vota por la Constitución.
La encuesta nacional cara a cara en vivienda, de ayer de El Universal (Buendía & Márquez), muestra que, a 15 meses de la elección presidencial, Mancera obtiene 16 por ciento de las preferencias entre los aspirantes más mencionados en el bloque PAN-PRI-PRD.
Pese al bajo perfil que mantiene, es el aspirante presidencial más conocido del país (62 por ciento), mucho más que la súper promocionada por los medios y el presidente Claudia Sheimbaun, y sólo superado por Ebrard, que es de los funcionarios más activos de la 4T.
La preferencia por Mancera es novedad, pues el librito marca (como ocurrió en Brasil, al votar por el extremista y estridente Bolsonaro para quitar a la izquierda agitadora) que en un ambiente de discordia enferma, como México hoy, los electores busquen candidatos polarizadores.
Es más novedad aún, al ver que quienes siguen a Mancera dentro del bloque opositor, son personajes igualmente poco dados a la disonancia: una lista en la que la única de características opuestas es la panista Lily Téllez.
A Mancera le siguen la priista Beatriz Pareces (12 por ciento), los panistas Lilly y Santiago Creel (ocho por ciento), y los priistas Claudia Ruiz Massieu (siete) y Enrique de la Madrid (cinco). Al parecer, el electorado ansía reconciliación y enterrar el rencor.
La multitudinaria marcha del domingo, en contra de la desaparición del INE como órgano electoral ciudadano y autónomo, significó la entrada en liza dentro de la política nacional, de un tipo de elector que antes no salía a la calle a levantar su voz.
El más de medio millón de manifestantes pertenece a un sector que hasta ahora había sido una mayoría silenciosa, que aceptaba que la calle era patrimonio de quienes no trabajan y viven de las dádivas del poder de turno.
Son las extendidas clases media baja, media y alta que, desde la socialización de los beneficios del TLC y los avances democráticos de los últimos 20 años, forman muchísimo más de la mitad de la población, por mucho que la percepción sea que México es un país básicamente pobre.
Y, por primera vez en la historia, sale a las calles a defender su estilo de vida.