Un paradigma que parece simple de entender y descifrar es la integración de los conocimientos de la ecología con la hidrología; visualizar cómo el ciclo hidrológico se ve regulado por los procesos ecosistémicos y viceversa; sin embargo, en la práctica su interacción es mucho más compleja.
Me sentí con la necesidad de poner una disciplina particular sobre la mesa de análisis, porque me parece inconcebible que, con el paso de los años, de convenios y acuerdos firmados ante la ONU, de los perfectamente bien delineados objetivos de la agenda 2030 y diferentes acuerdos más que se suman a la fila; la sostenibilidad y seguridad hídrica se siga viendo cómo tema y trabajo del futuro, cuando debiera ser tratado en el presente como la base de todas las agendas públicas.
Hoy subrayo el nombre y apellido de esta disciplina que debería de ser indivisible, simplemente porque la Ecohidrología buscar entender la regulación de los procesos hidrológicos y cómo estos dependen a su vez de procesos ecológicos, que no podemos violentar si es que queremos seguir obteniendo bienes y servicios de esta natural interacción.
Desde hace ya aproximadamente 27 años la Ecohidrología forma parte del Programa Hidrológico Internacional con los títulos “Procesos ecohidrológicos en pequeñas cuencas” y “Ecohidrología: un nuevo paradigma para el uso sostenible de los recursos acuáticos” y en el 2003 oficialmente, como disciplina para el entendimiento de procesos hidrológicos dentro de los ecosistemas, y como estos procesos influyen en los servicios ecosistémicos. Entre las áreas focales que menciona la UNESCO (2015) se tiene la ecohidrología urbana, la identificación de riesgos de cuencas y su conformación ecológica, normatividad ecohidrológica y también soluciones ingenieriles para mejorar la resiliencia.
En mi columna pasada hablé sobre el diseño urbano sensible al agua (“WSUD”, por sus siglas en inglés), y cómo representa una oportunidad de desarrollo sustentable para las ciudades, sin poner en riesgo las funciones del ciclo hidrológico. Por lo tanto, con ello lograr una mejora en la calidad de vida de las personas, fomentar la inversión, reducir riesgos para la población, y garantizar disponibilidad de agua en cantidad y calidad suficiente para las futuras generaciones. Esta aproximación es un ejemplo de estas áreas focales de la ecohidrología, a través de soluciones arquitectónicas e ingenieriles para mejorar la resiliencia hídrica.
En términos prácticos, lo que tenemos que entender es que, ante la acelerada inestabilidad climática, el inevitable aumento poblacional, el incremento en la demanda de recursos, el alza en los costos de producción, y el impacto ambiental fuera de control; hay una necesidad urgente garantizar la seguridad hídrica y evitar la acelerada degradación de este recurso y así poder estar facultados para detener el avance de la escasez hídrica para las futuras generaciones.
Es importante resaltar que la inclusión de la ecohidrología y su poderosa personalidad como binomio en el Programa Hidrológico Intergubernamental, ha sido un paso importante para fomentar la investigación y la colaboración y mejorar la gestión sostenible de los recursos hídricos y ecosistemas en todo el mundo.
Es urgente también que como sociedad estemos conscientes del enorme valor que nos dan los ecosistemas, porque solo así podremos detener la sobre explotación que le hemos dado a nuestro planeta, y mejorar la resiliencia de las cuencas hidrológicas.