Siendo para presidente, López viajó a Cuba donde fue recibido con todos los honores. Pero mientras, nuestro cacique pueblerino cubriría su pecho con vergonzosas condecoraciones, en las calles la gente le gritaba: “libertad, libertad”. En su ‘discurso’ de agradecimiento el macuspano pidió a la UNESCO declarara a la Habana patrimonio cultural de la humanidad. ¡Cuánta ceguera! Esa ciudad es una ruina, por no decir un muladar. Dos veces he visitado Cuba, y pude comprobarlo. Pero dejemos de lado la arquitectura derruida, observemos a la gente, hundida en la miseria y en la mendicidad: mujeres harapientas que suplican una moneda para alimentar a sus pequeños hijos: ¡Cuba es una catástrofe! Pues bien, en reciprocidad a las atenciones del gobierno isleño, López decidió, hace pocos días otorgar el máximo galardón que confiere nuestro gobierno a quienes han hecho algo importante por la humanidad o por México, la orden de ‘El Águila Azteca’ a Miguel Díaz Canel, marioneta de Raúl Castro, opresor de su pueblo, un títere de la dictadura que arrasa toda disidencia, violador de los derechos humanos. No debe extrañarnos la decisión de López: todo lo que toca lo pervierte. Imposible imaginar que tenía conocimiento de que grandes personajes han recibido ese galardón: Nelson Mandela, Rigoberta Menchú, Bill Gates…
Ese es López. Y no otro: ‘hermano’ de los dictadores como Díaz Canel, Evo Morales, Maduro… que sueña ser como ellos, aunque se disfrace de demócrata.
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¿Qué hará nuestro psicópata al término de su mandato, próximo para fortuna nuestra? ¿o intentará perpetuarse en el poder, a despecho de sus padecimientos físicos, de su inminente vejez?
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Para México es un día triste, para el galardón también. ¿Pues que ha hecho Cuba por los mexicanos? Enviarnos a un puñado de médicos que sabrá Dios que harán amén de cobrar bien, aunque parte de los emolumentos vayan a dar a las arcas del gobierno cubano. ¡Unos esclavos más de la ignominia!