El capítulo laboral del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) establece como punto fundamental el respeto y el derecho que tienen trabajadoras y trabajadores a la libertad sindical, además de generar procesos de participación democráticos donde sea la clase trabajadora quien elija libremente a los sindicatos que le representen. Nuestro país aceptó y firmó esos términos y, además, en la reforma laboral impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se estableció un mecanismo de legitimación de contratos colectivos inédito en México. Por primera vez, serían trabajadoras y trabajadores quienes legitimarían no solo sus contratos colectivos de trabajo, sino también a los sindicatos que les representarían; en el espíritu de esta iniciativa se buscaba terminar con los sindicatos blancos, charros, de empresa, entre otros calificativos, que en su conjunto no representaban los intereses y necesidades de la clase trabajadora; en cambio, dichos sindicatos priorizan el cobro de cuotas y la representatividad de miles de trabajadores que reditúe en el denominado clientelismo político (regidurías, diputaciones locales o federales, senadurías, etc.), quedando de lado las negociaciones colectivas efectivas en beneficio de sus agremiadas y agremiados.
Es importante insistir, México firmó libremente este tratado y en el Anexo 23-A, Representación de los trabajadores en la negociación colectiva en México, asumió diversos compromisos, entre los cuales quiero destacar dos: 1) Establecerá en sus leyes laborales el derecho de los trabajadores a participar en actividades concertadas de negociación o protección colectivas y a organizar, formar y afiliarse al sindicato de su elección, y prohibir, en sus leyes laborales, el dominio o interferencia del empleador en actividades sindicales, discriminación o coerción contra los trabajadores por virtud de actividad o apoyo sindical, y la negativa a negociar colectivamente con el sindicato debidamente reconocido; 2) Dispondrá en sus leyes laborales, a través de legislación acorde con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, un sistema efectivo para verificar que las elecciones de los líderes sindicales sean llevadas a cabo a través de un voto personal, libre y secreto de los miembros del sindicato.
Conociendo la tradición sindicalista de México, asociada fuertemente a sindicatos corporativos, esto es, asociados y, en muchos casos, sometidos a las estructuras de poder del Estado, era imposible que se dejara el cumplimiento de estos acuerdos a la buena voluntad de las partes. Se establecieron figuras y mecanismos que permitieran vigilar el cumplimiento de los acuerdos del capítulo laboral del T-MEC, entre ellos los Inspectores Laborales y el más polémico, por decirlo de una forma, el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida (MLRR), que se activa cuando se documenta una violación al derecho de libertad sindical y de negociación colectiva que tienen trabajadoras y trabajadores. Las sanciones propuestas a las empresas van desde la imposición de impuestos a la exportación o el bloqueo de los bienes que produce y exporta. Este mecanismo inhibe que una empresa quiera intervenir en los asuntos que le competen a trabajadoras y trabajadores, las sanciones no son menores y puede convertirse en un contrapeso importante al poder de la empresa y, ahora sí, tener negociaciones colectivas reales, no simuladas.
Entonces, ¿podemos hablar de que existen violaciones a nuestra soberanía e intervencionismo estadounidense si fue nuestro país quien libremente aceptó las condiciones del capítulo laboral del T-MEC? Por otra parte, han sido organizaciones sindicales e instituciones extranjeras las que han estado haciendo énfasis en el empoderamiento de la clase trabajadora mexicana. No soy ingenuo, tengo claro que estos sindicatos y organizaciones extranjeras persiguen su propia agenda; sin embargo, los sindicatos mexicanos de toda la vida, a excepción de algunos independientes, están más preocupados en mantener sus privilegios económicos, simulando procesos de legitimación con la ayuda de despachos especializados y adhiriéndose a nuevas estructuras de poder partidistas.
¿Y las trabajadoras y trabajadores mexicanos? Como siempre, olvidadas y olvidados.
Director Labor Center/Centro Laboral UAQ
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