El Nobel hispano-peruano Mario Vargas Llosa se convirtió ayer jueves en el primer escritor en español en ingresar a la Academia Francesa, la centenaria institución encargada de velar por la lengua de Molière, que rompe varias de sus propias tradiciones para acoger al autor de “La fiesta del Chivo”.
La bienvenida pública a Vargas Llosa tendrá forma de ceremonia solemne en el Anfiteatro del Instituto Francés, en París, pero solo un reducido público podrá escuchar su discurso de agradecimiento bajo la célebre cúpula de la que originalmente fuera el edificio del Colegio de las Cuatro Naciones.
En la lista de invitados del hispano-peruano se encontraban, además de sus familiares cercanos, el rey emérito español Juan Carlos I (que llegó en viaje privado este miércoles) y su hija la infanta Cristina, entre otros.
La elección de Vargas Llosa, de 86 años, como nuevo miembro de la Academia, tuvo lugar en noviembre de 2021, y ya generó entonces críticas de grupos de intelectuales franceses, tanto porque el Nobel de 2010 nunca ha escrito en lengua francesa como por sus posiciones políticas, que algunos consideraron próximas a la extrema derecha.
Su edad de ingreso también es una transgresión respecto a las normas de la institución fundada en 1635 por el cardenal Richelieu, que desde 2010 había establecido un tope de 75 años como máximo para presentarse candidato a uno de los 40 sillones de “los inmortales”, el nombre con el que se conoce a los académicos por el lema “À l’immortalité” (A la inmortalidad) del sello de la Academia.
“Es alguien que tiene vínculo profundo con Francia y la Academia ha hecho una excepción. ¿Por qué no? Dentro del respeto a las tradiciones hace falta a veces hacer excepciones”, explicó a EFE el escritor y cronista francés Jean-Marie Rouart, que ocupa el sillón número 26 de la academia desde 1997.
La elección de Vargas Llosa, un “símbolo”
La “voz como académico” del autor de “La ciudad y los perros” será, según Rouart, una señal de la importancia de la literatura de un escritor que, pese a no escribir en francés, “adora Francia”. Además, ninguna candidatura suele recibirse con unanimidad.
“Cuando un gran escritor entra en la Academia es siempre un símbolo”, recalcó el académico.
La Academia Francesa, de hecho, fue concebida como una suerte de emblema del “profundo vínculo de identidad entre Francia y su literatura”, opinó Rouart, algo que Richelieu “comprendió a la perfección”.
Vargas Llosa ya fue “instalado” la semana pasada, en privado, en su puesto -el sillón 18 que dejó vacante el filósofo Michel Serres en 2019-, pero fue en la cita de ayer jueves cuando utilice por primera vez el tradicional traje oscuro con hojas verdes de olivo bordadas que portan los académicos desde comienzos del siglo XIX.
Entre los “confrères” (colegas) actuales de Vargas LLosa figuran, entre otros, el escritor de origen libanés Amin Maalouf; la literata Chantal Thomas; el obispo de Angulema, Claude Dagens, y la historiadora y politóloga Hélène Carrère d’Encausse, que ejerce además el puesto de “secretaria perpetua” de la institución desde 1990.