Debían estar reunidos los Tres Poderes de la Unión (ahora desunión), fórmula de funcionamiento constitucional de la República.
El Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo, todos igualados en la majestad de sus funciones. Todos en equilibrio: separados en autonomía, pero reunidos en un afán de operatividad.
Eso en la teoría. Pero cuando el Estado Menor Presidencial distribuyó los asientos, los desafectos representantes de los incómodos poderes fueron enviados al rincón, a la esquina. Un metro más y Santiago Creel se habría caído de la tarima.
Pero si no fue una mesa con respeto a los poderes Judicial y Legislativo, sí se le dio sitio al nuevo Cuarto Poder de la República: el poder militar. Y esta aguda observación, lo reconozco, no es mía, es de Martha Anaya. Yo no plagio ni he llegado a la Suprema Corte.
Sin embargo, algunas cosas deben rescatarse de las intervenciones dominicales:
Norma Piña presidenta de la SCJN:
“La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos…la independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad del Poder Judicial, siempre en beneficio de la sociedad…
“…Como Ley suprema, la Constitución es un inmenso y muy poderoso manto protector de certeza, de confianza, de seguridad y, sobre todo, de unión entre las y los mexicanos. Nos obliga a todas las autoridades, en el ámbito de nuestras competencias a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y, muy destacadamente, progresividad”.
“…(trabajar) hombro con hombro, por el bien de nuestro país, para dar ejemplo de que, en la unidad nacional, somos dignos herederos de nuestra historia.
“La Constitución es el pacto federal que nos permite superar nuestras diferencias y estar de acuerdo en lo fundamental, como lo expresara Mariano Otero. Es el centro de gravedad donde convergen los fines y los entramados institucionales para llegar a ser el México que podemos y debemos ser…
“…En la Constitución está la organización y el funcionamiento de la República. Nuestro compromiso con México es cumplirla y velar por su cumplimiento. Hagámoslo posible”.
Santiago Creel; presidente de la Cámara de Diputados:
“…Rectifiquemos, aún estamos a tiempo, no tenemos por qué repetir los errores del pasado. La política es también conciliación de intereses encontrados. Todos tenemos el derecho de defender nuestras creencias, ideologías y posiciones políticas. El límite es la Constitución, los tratados internacionales de los cuales México es parte y el respeto a la vida institucional del país…
…no hay más moral política que la Constitución –dijo–, esa es la moral de todos los servidores públicos y con esto en mente desterrar “de una vez por todas nuestras diferencias y confrontaciones que hubiese habido en el pasado. Ahora son tiempos para coincidir, para reconciliarnos, después vendrán los tiempos para competir en la arena política y electoral…
“…Ese es el sentido de la alternancia y para eso sirven las elecciones, pero ese proyecto, invariablemente, debe estar contenido dentro de la Constitución…
“…El reto de nuestra generación es encontrar, a través del diálogo político, la unidad dentro de esta vasta pluralidad y diversidad que es México, no a través de una visión única, porque eso contradice la esencia de nuestra democracia”, puntualizó”.
¡Ah! Y el señor presidente se dijo orgulloso, de la persistencia sedente de la ministra Norma Piña, quien no se alzó como resorte instantáneo cuando él llegó al escenario del Teatro de la República.
–¿Orgulloso?
ANAYA
Reaparece Anaya en la política mexicana, pero en Estados Unidos. Los panistas quieren ganar votos de los emigrados. ¿Para qué?
Nadie gana nada con el voto en el extranjero. Es una patraña de la corrección política. No les sirve ni a aquellos ni a nosotros.