- Clara división de poderes en el Teatro
- Claudia y Adán, ahí; Ebrard el ausente
- Elige Conago al gobernador de Oaxaca
- Reaparece Ricardo Anaya… ¡en Texas!
Señales.
Este domingo quedó bien clara la división de poderes en el presidium del Teatro de la República, con el Ejecutivo al centro y los representantes del Legislativo y Judicial colocados en los extremos para la conmemoración del 106 aniversario de la Constitución de Querétaro, en presencia de los gobernadores de todo el país y dos de los presidenciables: Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, colocado a la diestra de Andrés Manuel López Obrador que declaró viva a la Carta Magna en las reformas de la Cuarta Transformación.
Bastaron una hora y 20 minutos para escuchar, como hace 106 años, en el mismo lugar y con distinta gente, visiones opuestas de país.
“Cuando la política falla, la violencia estalla” dijo el anfitrión Mauricio Kuri González en su mensaje de bienvenida, seguido por la nueva presidenta de la Suprema Corte, Noma Piña, que sin saludar ni mencionar siquiera al presidente, reivindicó la independencia de los juzgadores -somos siervos de la ley suprema- y recordó la deuda histórica con enormes porciones de la sociedad, incluidos mujeres, ancianos y pueblos indígenas.
Asegundó el presidente de los diputados Santiago Creel, eterno candidato del PAN, al llamar a la reconciliación nacional y pasar, como los constituyentes, de los adjetivos hirientes y la diatriba al diálogo, que ya vendrán los tiempos de la competencia electoral.
No fueron lejos por la respuesta, porque el representante del Senado, Alejandro Armenta, hizo la apología de las reformas impulsadas por Morena y sus aliados, a diferencia del pasado de corrupción y entrega a los intereses privados.
El remate estuvo a cargo de López Obrador que en menos de 20 minutos repasó el periodo neoliberal de 1983 a 2018 que casi resucita la política social porfirista y no produjo ninguna ley en beneficio del pueblo, mientras su administración lucha por hacer realidad los ideales de la Revolución, y devolverle a la Constitución su grandeza original.
En la mesa principal, además de los oradores ya mencionados, estaban los secretarios de la Defensa, Marina, seguridad, Educación y Hacienda. A sus espaldas los gobernadores y cerquitita la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. El resto del gabinete federal estaba distribuido en la primera fila del lunetario, con la notoria excepción del canciller Marcelo Ebrard, confirmado todavía la noche anterior. Igualmente se comentó la inexplicable -jejeje- ausencia de Ricardo Monreal, coordinador de la mayoría en el Senado de la República, institución propietaria del histórico recinto. Ambos, Ebrard y Monreal, declarados aspirantes a la nominación presidencial de la 4-T.
Los que sí estaban, por supuesto, son la esposa, hijos y hermanos del mandatario estatal, todos los miembros de su gobierno y del Congreso local, alcaldes como Luis Nava y Roberto Sosa y políticos de oposición, entre ellos Celia Maya que habló brevemente con López Obrador a su llegada, el senador Gilberto Herrera y el ex titular de la UIF Santiago Nieto, todos muy sonrientes y dispuestos a las selfies, lo mismo que los ex gobernadores Enrique Burgos y Francisco Domínguez.
Antes, a eso de las ocho de la madrugada, mientras los reporteros y fotógrafos hacían guardia frente al Jardín Zenea, los gobernadores de los estados desayunaban en la Casa de la Corregidora y elegían (es un decir) como presidente a Salomón Jara, sucesor de Alejandro Murat en Oaxaca y ahora en la Conago.
Luego todos a la Reunión de la República, en donde la división de poderes se expresó físicamente y en los discursos, cuando faltan un año y cuatro meses para las elecciones.
Y a las 12, la hora del ángelus, los convocados se arremolinaban en el lobby y el exterior del antiguo Teatro de Iturbide para retratarse con los principales, especialmente la muy sonriente jefa de gobierno de la Ciudad de México -EsClaudia- acompañada en todo momento por el vocero presidencial Jesús Ramírez o con el imperturbable secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
La conmemoración cerró con la frase de López Obrador: “La Constitución no ha muerto” y sus vivas a la Carta Magna, a Querétaro, a la República y a México, tres veces, coronada con la versión corta del Himno Nacional.
Y de aquí hasta el próximo 5 de febrero.
Ya con candidatos oficiales.
-OÍDO EN EL 1810-
Descortés.
El vocero presidencial Jesús Ramírez señaló la ruptura del protocolo por parte de la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, que no se levantó de su asiento a la llegada del jefe del Ejecutivo. Y bueno, ni lo mencionó en su discurso y mucho menos fue a darle un abrazo al terminarlo.
No hubo de Piña.
-¡PREEEPAREN!-
Sólido.
El mensaje del gobernador Mauricio Kuri González al recordar que en el constituyente de 1916-17 los revolucionarios no eran adversarios, eran enemigos a muerte, y aquí lograron acuerdos. Por eso la Carta Magna no avasalla, concilia.
Reconoció rezagos vergonzosos y del apoyo sin precedente de López Obrador a los programas sociales, pero habló también de que es momento de poner énfasis en lo que nos une, de fortalecer el estado de derecho.
Y esa frase contundente: cuando la política falla, la violencia estalla.
¡Zas!
-¡AAAPUNTEN!-
Madrugadores.
Los primeros invitados en llegar a la conmemoración constitucionalista: Jorge Camacho, líder de la Coparmex, de corbata ¡guinda!, la alcaldesa de Arroyo Seco, Ofelia del Castillo Guillén y la secretaria de Educación Federal, Leticia Ramírez.
Doy fe.
-¡FUEGO!-
Presidenciable.
Que el queretano Ricardo Anaya reapareció al lado del líder nacional del PAN, Marko Cortés… pero en Texas.
¡Porca miseria!