Mientras un escándalo abogadil recorre los páramos de la Universidad Nacional Autónoma de México, el señor presidente de la república, omnisapiente y todo terreno como lo conocemos de tiempo atrás, pasa de la bíblica barrera punitivas aduciendo la universalidad de la culpa como veto a la primera pedrada, y de esa manera le salva el cogote (resulta un decir, tanto lo de salvar como la pescuecera alusión), a su amiga la ministra Yasmín Esquivel, quien se escure por los laberintos del pretexto y la elusión de toda culpa para hundirse en el pantano del desprestigio y el alegato, y quizá cuando ya la cosa está perdida el primer mandatario de l Nación retoma otra defensa iniciada años atrás en favor del señor Guzmán, como suele referirse al terrible criminal, al lobo de Gubia (diría Rubén Datario), al torvo criminal del cartel sinaloenses cuya debilitada humanidad languidece aún más en una fortaleza cruel llamada “El Alcatraz de los Apalaches”, una prisión estadounidense más arriba de la alta seguridad, donde los presos, esos sí, no vuelven a ver la luz del sol y más quisieran estar en Guantánamo o en Abu Grahib para servirle siquiera de inspiración a Fernando Botero, y no allí donde la crueldad se extrema y la degradación humana es absoluta, casi tanto como degradados quedaban los decapitados, entambados, pozoleados y demás formas del exterminio practicadas por los narcotraficantes mexicanos, pero ahora si, pobrecito, por eso le dije a tu mami, ya tengo tu carta mujer, y por eso vine a Badiraguato, y todo aquello ya sabido y archiconocido, y cuya historia no tienen caso repetir, porque ya Chole con eso, Soledad; pero en fin, para eso son los infinitos recursos leguleyos, esos tan despreciados por el señor presidente cuando se trata de temas adversos a su fe, pero ahora invocados por el abogado Cuco y hasta la dócil secretaría de Relaciones Exteriores, para traerse aquí al criminal cuyo pozo de información ya debe estar tan seco como el Valle del Mezquital, donde las lagartijas ya no tiene ni gota para hidratarse, pero de todos modos el caso es sencillo, como Don Chapo sufre mucho en la cárcel, se apela a sus derechos humanos y se hacen gestiones para traerlo a México, con lo cual provocan una carcajada de la directora de la Oficina Federal de Prisiones (BOP), Colette Peters, quien en un idioma silencioso les die, ¿quieren llevarlo a México para lograr una tercera fuga?, porque ya se sabe, en este país los delincuentes compran su salida por el túnel o por la papelería burocrática, como ha sucedido en el caso de Joaquín Guzmán y Rafael Caro Quintero para no hablar de otros muchos cuya evasión no ha sido producto sólo de la paciencia, la planeación y el ingenio sino del soborno generalizado de abajo para arriba, como lo sabemos todos, y cuando no se evaden de la prisión, se les suelta como ocurrió la primera vez con el Chapito chiquito, Don Ovidio, a quien ya le echaron el guante, pero lo protegen con más recursos leguleyos para no extraditarlo como han hecho como otros 500 –incluido su genitor–, a quienes enviaron a Estados Unidos sin reparar en el procedimiento, como en aquella famosa escena de la captura de Juan García Ábrego en los remotos tiempos de Cartel del Golfo, pero eso es historia del pasado y la importante ahora es la del presente y la nueva, la historia por escribir, y ya tenemos a los mexicanos famosos en América, acusados casi por las mismas causas, porque no podemos pasar por alto el caso de Genaro García Luna, quien de la cima del poder se vino abajo con estrépito de desgracia, acusado de proteger dese la Secretaria de Seguridad a los narcotraficantes a quienes debía combatir y junto con el se busca a en oras partes a personajes como Tomás Cerón de Lucio a quien se acusa de cualquier cosa sea cierta o falsa, no importa; pero el caso más significativo es el de GGL, no porque haya hecho todo cuanto le achacan, sino porque ha sido la salvación de este gobierno, porque ante cualquier adversidad, este gobierno, cuando algo anda mal y la realidad le da la espalda, de la manga discursiva de nuestro Señor Presidente brota el personaje utilitario, Don Genaro y ante su perverso ejemplo, se dice: ya no es como antes, cuando el hombre más cercano a Felipe Calderón hacia tal y deshacía tal; y con ese argumento, el padre de todos los argumentos, se curan todos los males de la administración actual siempre autoindulgente con el estribillo de no somos iguales, ya no es lo mismo, miren a Genaro, vean a García Luna ese si era un criminal en los peores tiempos del crimen de Estado y le achacan cuanto mal carga la dolida patria en sus laceradas espaldas, y ahora el juicio recién iniciado en Estados Unidos es un bombón endulzado con ambrosía en el paladar de los deleites cuatroteístas, porque con ese proceso quiere matar dos pájaros de un tiro, pues no resulta comprensible todo cuanto GGL hizo sin la complicidad de los gringos, y ya volvemos a ver a Hillary Clinton inaugurando el centro de mando de la entonces policía federal, espacio lleno de señales, y mapas y satélites ubicuos y tecnología de punta a punta, todo eso para nada porque ni se hizo una mejor patria, ni se terminó con el crimen organizado, ni se llevó a la senadora Clinton a la cima del poder de vuelta a la Casa Blanca, ya no como cónyuge presidencial sino como presidente ella misma; pero esas son cosas del imposible hubiera, y todos lo sabemos, el hubiera no existe ni va a existir, pero nadie sabe en este caso cómo y por qué fue el derrumbe de García Luna allá porque quienes lo cuidaban, condecoraban, premiaban y hacían rico, eran los estadunidenses, mientras los mexicanos ni siquiera lo tomaban en cuenta, porque el personaje vivía en Miami y aquí jamás tuvo ni un asomo de sospecha, nadie lo perseguía, ni siquiera la 4-T tan atenta a otros casos cercanos al odiado Calderón; nada, nada de nada, y si lo había bien se lo guardó el señor Alejandro Gertz quien estaba más preocupado por dejar en el botellón a su cuñada, como también todos sabemos, pero esa es la historia de nuestros días y ahora, señoras y señores ocupen su butaca, tomen sus palomitas de maíz reventado y dispónganse a ver una película hollywoodense llamada “El salpicadero”, pues eso mismo quiere ver la 4-T, antes de comenzar a preocuparse, algún día, por los derechos humanos de García Luna, cuando lo sumerjan en una tinaja como aquellas de San Juan de Ulúa donde padeció prisión nuestro benemérito Benito Juárez, aunque de eso no hablemos ahora, porque no tiene caso, relación ni sentido.