La anciana miraba al horizonte. Cuando la neblina lo permitía se avizoraban las rocas del mar. El sonido del agua era ese rumor que calma los nervios al más tenso del planeta. Imposible describir la belleza de la ola salada que cae sobre la mole negra. ¿Qué hacíamos allí frente a la naturaleza? Simplemente contemplábamos la fuerza de la espuma que se esparce en el aire, oxígeno y yodo, mezcla perfecta para la salud. La vieja rompió su silencio:
–Es la vida que se aquieta. Es el temple que se expande. Esa sensación de silencio acompañado de las marinas que miramos extasiados. El propósito de que la mente deje de elucubrar sinsentidos. Hay que estar, mirar, oír, sentir. Nada más, nada menos.
El morro es un lugar donde los vientos de Ensenada traen remolinos donde solo las gaviotas cruzan sin aspavientos, seguras de sus alas, fuerza sutil. Allí donde tres amigos se encuentran frente a un océano embravecido. El círculo de un encuentro donde la vida roza la muerte porque una mujer vetusta quiere despedirse. Ya fue. Ya estuvo. Ya es adiós. Nos dice:
–Para mí es el crepúsculo. Nada le debo a la vida. Es mi regreso al nido del vacío, allí donde nada se escucha. Por eso estamos aquí frente al ensordecedor rompimiento de esa fuente de luz incandescente que son las olas con la roca. Soy como el año viejo que abre espacio al nuevo ciclo. Las generaciones que vienen ni siquiera saben porque de tanto vivir perdidos ocultan los sentidos que los avientan al vértigo de existir. Ya tocarán fondo y entonces comprenderán los porqués. No seré la que les muestre el camino porque cada quien tiene su destino. La vida se aprende a solas.
Su rostro es la de una serpiente milenaria que repta en círculos. Corrugada. Surcada. Fosilizada… Comemos abulón, callo de hacha, calamares y pulpo. Esto no es un cuento. Es realidad. Graciela mira al mar y dice:
–Sin sueños no hay existencia posible. Sin perseverancia no hay porvenir. Sin persistencia no es posible el mañana. Es necesario un propósito para vivir. Y ya, al final de una vida, olvidarlo todo y regresar a la tierra. No somos nada. La enseñanza es que no hay enseñanza.
El morro seguirá allí, disolviendo la roca hasta el final de los tiempos.
Feliz 2023.