Aracataca, 17 Mar.- Las raíces de Cien Años de Soledad y su imaginario Macondiano están en el caribe colombiano y en particular en Aracataca, el pequeño pueblo donde nació el Nobel Gabriel García Márquez (Gabo), que mantiene la magia en su gente de principio a fin en Cien años de soledad.
Aracataca es “un embrujo caribe” como lo dice el himno de este pueblo que tiene 39 mil 400 habitantes, que es reconocido en el mundo por ser la cuna de García Márquez, el Nobel de Literatura 1982, uno de los grandes de la literatura universal.
“Grandes montañas/ blanca nevada/ Límpido espejo abraza tu faz/ Tierra de patrias muy venerada/ Escribe en cien años su libertad”, es la estrofa del himno de Aracataca, que sintetiza la belleza del paisaje que rodea a este pueblo, fuente primaria del realismo mágico en la obra literaria de García Márquez.
Respecto a la relación de Aracataca y Macondo, el alcalde Pedro Sánchez dijo a Notimex que “este municipio está impregnado del realismo mágico de Macondo (…) En Aracataca está la materia prima de Cien años de soledad (…). Aquí hay muchas cosas que te van a transportar a la novela (…)”.
“El realismo mágico lo recogió Gabo aquí en Aracataca. El visitante lo puede ver, sin que nadie se lo diga. Lo invito a recorrer el pueblo y se dará cuenta que aquí está la fuente sus obras (…). Toda la identidad de Aracataca está en la obra de GABO (…) Cien años de soledad inmortalizó a Aracataca en el mundo”, sostuvo de forma efusiva el alcalde del municipio en estas frases sueltas.
La historia de Aracataca se remonta a 1885, y en 1912 fue elevada a la categoría de municipio, que se erige en una zona con un relieve plano desde donde se puede contemplar hacia el oriente las estribaciones de la imponente Sierra Nevada de Santa Marta, que es el pico más alto en el mundo sobre un litoral, con una altura de cinco mil 775 metros sobre el nivel del mar.
Aracataca hace parte del departamento del Magdalena, zona bananera y epicentro de una de las masacres históricas de trabajadores en huelga de la United Fruit Company, por parte de las Fuerzas Militares en 1928. Un episodio que está en Cien años de soledad.
Otros escenarios dibujados y recreados por la imaginación de García Márquez en su obra maestra, hoy son patrimonio del municipio de Aracataca: Estación del Ferrocarril, El Camellón 20 de julio, Casa del Telegrafista, Casa Museo Gabriel García Márquez, donde el Nobel vivió su infancia con sus abuelos.
Los dos sitios más frecuentados por los 24 mil turistas que llegaron al municipio en 2016, en busca de las huellas de la vida y la obra de GABO, son la Casa Museo y la Casa del Telegrafista, importantes en la vida familiar y literaria del escritor.
En la Casa Museo el visitante puede palpar el espacio donde nació y vivió los primeros 10 años García Márquez, que fueron vitales en la construcción de su mundo imaginario a partir de las historias contadas y vividas con sus abuelos.
En la Casa del Telegrafista, declarada Monumento Nacional en 1996 y recuperada en el 2015 por el gobierno central, es la huella del lugar de trabajo y vivienda en la década del 20 del siglo pasado, de Eligio García, padre del creador de ese mundo imaginario que es Macondo.
Al recorrer las calles de Aracataca, los guías explican los lugares que tuvieron alguna relación en la vida infantil y juvenil de García Márquez: La casa de los abuelos, la iglesia, el parque central, el sitio del telegrafista, así como las casas de sus compadres y amigos.
El árbol Macondo, el colegio donde estudio los primeros años Gabito, el riachuelo que cruza limpio y diáfano por por un costado del pueblo, donde niños, jóvenes y adultos se bañan y juegan en un verdadero paseo familiar, un sitio que también disfrutó García Márquez y sus amigos de infancia.
En esta ruta macondiana está la zona bananera, en donde había una finca que se llamaba Macondo, la única estación del tren que se mantiene en madera, en uno de los lugares de la masacre del 6 de diciembre de 1928.
Además se encuentra la antigua sede de la United Fruit Company, las casas donde vivieron los directivos de la compañía estadunidense, que llegó a Colombia en 1899 para explotar las plantaciones de banano en la zona de Ciénaga de Oro, en el departamento del Magdalena.
También se registra la huelga de los 10 mil trabajadores bananeros, la masacre cuya cifra oficial de muertos fue de seis obreros, pero los historiadores creen que fueron muchos los muertos y pudo llegar a mil las víctimas.
La masacre de 1928 aparece en la obra literaria del escritor Alvaro Cepeda Samudio en la obra La casa grande, y en Cien años de soledad de García Márquez, quien en 1986 dijo en relación con estos hechos: “La peligrosa memoria de nuestros pueblos […] es una energía capaz de mover el mundo”.
Esta herencia literaria de García Márquez, es la que quiere el alcalde Sánchez, que se mantenga en el tiempo -de generación en generación- y es por ello que promueve junto a la Universidad del Magdalena, la catedra Garcíamarquiana”.
En Aracataca ya son muy pocos los pobladores de la generación de García Márquez, que quedan en el pueblo, y la última imagen viva que tienen las nuevas generaciones del escritor de “El Coronel no tiene quien le escriba”, “El amor en los tiempos del cólera”, “El Otoño del patriarca”, fue en 2007, cuando cumplió 80 años de edad y visitó por última vez su pueblo natal.
Ese día en Cataca -como Gabo y su gente nombran el pueblo- fue de fiesta y algarabía, las calles fueron pequeñas para concentrar a sus habitantes y a los miles de turistas nacionales y extranjeros, que querían abrazar al escritor que se fue para siempre con sus mariposas amarillas el 17 de abril de 2014, dejando su legado de Macondo para la eternidad.
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