Las gemas del cuarto año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador —que ayer concluyó— se pintaron en buena medida de verde olivo. Por una razón u otra, el Ejército se convirtió en figura central.
Y con los militares…, las corcholatas.
Por el ciberataque contra los sistemas informáticos de la Secretaría de la Defensa Nacional por parte del grupo de hackers Guacamaya nos enteramos que el Presidente ha tenido que ser hospitalizado de emergencia varias veces. Una de ellas, despuntando el año.
El 2 de enero la Sedena tuvo que enviar una ambulancia aérea a la finca del tabasqueño en Palenque, Chiapas, y trasladarlo al Hospital Militar de la Ciudad de México. Su estado era grave, según fue diagnosticado, debido a una angina inestable de alto riesgo. El 21 se le realizó un cateterismo cardiaco.
“Una revisión de rutina”, a decir del vocero presidencial, Jesús Ramírez.
El estado de salud de López Obrador y sus rutinas fueron de las primeras revelaciones —continúan hasta la fecha— producto del ciberataque, cuyo botín fue de seis terabytes de información contenida en decenas de miles de correos electrónicos.
El jefe del Ejecutivo minimizó el hecho: “Fue como el parto de los montes. Como seguramente les costó mucho, imagínense cuántos estrategas, asesores, expertos y salió ‘puque’…”
La tensión precedía la discusión sobre la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) en la Suprema Corte. No se veía fácil que los ministros validaran la Ley, por lo que AMLO les advirtió:
“¡Que no me vengan a mí con que la ley es la ley, que no me vengan con ese cuento! Lo que se va a demostrar es si son abogados que defienden el interés público, o son abogados patronales, empresariales”.
Aunque la LIE no fue declarada inconstitucional, quedaron puertas abiertas. El gobierno de EU, considerando políticas energéticas discriminatorias, solicitó Consultas para la solución de disputas en el marco de T-MEC. López Obrador contestó con letra y música al ritmo de Chico Che: “¡Uy qué miedo!”
Las corcholatas saltaron a la cancha desde junio y no paran de moverse por todo el territorio. En el camino, Claudia Sheinbaum desbancó a Marcelo Ebrard del primer lugar. Ricardo Monreal luce ya fuera de esta baraja.
A cambio, Adán Augusto López logró meterse en la contienda. Su voz definió el momento en un mitin en Toluca: “Les agradezco mucho las muestras de afecto, de cariño. Pero les digo algo, ni antes ni después, los tiempos del Señor son perfectos”.
En tanto, los horrores de la violencia y la inseguridad seguían su marcha. Alcanzaban a dos sacerdotes jesuitas en la sierra Tarahumara. “Revisar la estrategia de seguridad”, pidieron los jerarcas de la Iglesia. Oídos sordos. El asesino sigue suelto.
Asomó Alejandro Encinas con avances sobre el caso Ayotzinapa. “Fue un crimen de Estado”, acusó. Señaló involucrados. La respuesta de los militares no tardó en llegar, vía la Fiscalía.
Explicó AMLO: “Buscaron reventar la investigación (…), dinamitar el proceso, porque estaba de por medio detener al procurador (Jesús Murillo Karam) y estaba de por medio detener a militares”.
La reconciliación del gobierno con los militares vino de la mano de la “traición” de Alejandro Alito Moreno a la alianza opositora. El PRI obsequió iniciativa y votos para que el Ejército permanezca en las calles hasta 2028.
Para cerrar el cuarto año de gobierno de AMLO, el general José Silvestre Urzúa, coordinador de la Guardia Nacional en Zacatecas, fue asesinado en un enfrentamiento con el crimen organizado. Y claro, las marchas. Inéditas marchas…
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GEMAS: Ya con ésta me despido. El ciclo del Alhajero en El Heraldo se cierra aquí. Agradezco a todos mis compañeros de trabajo su apoyo y compañía, en particular a Franco Carreño por invitarme a participar en esta aventura. ¡Felices fiestas decembrinas!