“Esta marcha es la decisión de ganar el 24”, apuntaba Epigmenio Ibarra un par de horas antes de que iniciara la caminata en el Ángel de la Independencia.
Para el amigo y periodista-camarógrafo de Andrés Manuel López Obrador, la razón de fondo de la determinación presidencial de encabezar una vez más una marcha histórica —calculaba que así sería— estaba ahí, en la elección de 2024. En la permanencia de la Cuarta Transformación. En la propia sucesión del tabasqueño.
Todo lo demás salía sobrando, incluida la marcha ciudadana del 13N que dio pie a la de AMLO. El propio Epigmenio las contrastaba así: la nuestra, decía, es la del amor contra el odio. La nuestra tiene ideas, un plan; la otra no tiene ideas. Nuestra marcha cuenta con liderazgos. La otra no tiene líder. La nuestra mira el presente y al futuro. La otra mira al pasado.
Es 2024 lo que está en juego. La decisión de hacer esta marcha significa que vamos por todo, que vamos por el triunfo. Eso es lo que significa esta marcha.
También antes de arrancar la caminata, Pedro Miguel, editorialista de La Jornada y otro de los consejeros áulicos del Presidente de la República, apuntaba a su vez desde las ondas radiales que, además de recuperar las luchas históricas por la democracia (incluidas las caravanas de la Dignidad de AMLO), esta marcha conllevaba una exigencia interna: Continuar el proceso de Transformación.
Su horizonte también apuntaba hacia el 2024. Pero no sólo en términos de continuidad del movimiento. Desde su perspectiva —y desde ya— hay que “radicalizar” el proceso de transformación de aquí a que concluya el mandato del de Macuspana. Y no tardaron en apabullar con la inmensa concentración que lograron. La gran ola morena rumbo al 2024 se dejó ver y sentir. Un gran líder, Andrés Manuel, y dos de sus corcholatas sobresalieron en esa estampa: Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López.
En la Cámara de Diputados, otra batalla se libra entre tanto. Hoy pasa al pleno la Reforma Electoral. Todos los partidos de oposición (PAN, PRI, PRD y MC) votarán en contra. Tratándose de una reforma constitucional, el proyecto seguramente no alcanzará los votos necesarios. Pero esto será sólo un trámite, aunque se le dispensen los Santos Óleos. En las reformas a las Leyes Secundarias, el partido en el poder y sus aliados del Verde y el PT, bien podría apergollar y someter al Instituto Nacional Electoral y al Tribunal Electoral.
Sí, con miras a 2024. No hay movimiento que ignore esa fecha.
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GEMAS: Obsequio del banco JP Morgan: “Seguimos esperando que Morena gane las elecciones presidenciales en 2024 considerando una frágil alianza opositora y expectativas de la reactivación del gasto del gobierno a favor de los programas sociales y los proyectos prioritarios de Andrés Manuel López Obrador”.