Ha sido un objeto de mi inquietud el porqué Catar como sede de la Copa Mundial de Fútbol 2022, un país sin infraestructura deportiva, envenenado por un sinnúmero de prejuicios derivados de la cultura musulmana donde impera el machismo, la violación de los derechos humanos… La respuesta está en la historia de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), contaminada por la corrupción, el soborno, el fraude financiero, la complicidad con el poder espurio. Toda una organización criminal hasta cierto punto impune, pues que Blatter y Platini otrora astro del balompié fueron exonerados a pesar de las acusaciones.
De Joao Havelange a Joseph Blatter, la presidencia de ese organismo ha dejado una impronta de podredumbre: la FIFA ha sido un gran negocio gracias a los patrocinadores de grandes empresas: Cocacola, Adidas, KLM…los pagos por difusión de medios.
Dividida en confederaciones territoriales, La FIFA “une” al mundo del deporte más popular del planeta. Se estima que, aproximadamente 2 mil millones gustamos de ese espectáculo. La sede de Catar se anunció hace años, simultáneamente a la de Rusia, allá por el año 2009. Catar comenzó casi de la nada. Sin duda, El petróleo hace milagros: se construyeron estadios, hoteles… Un gran esfuerzo porque era un ‘proyecto de Estado’, que pondría a ese país en el centro de la atención global y fortalecería la identidad nacional ¿La realización material corrió a cargo de migrantes de Nepal y la India?. El costo humano fue brutal: más de mil trabajadores perdieron la vida en esa empresa enloquecida, sin que a nadie le importara ese descuido laboral. El cínico Joseph Blatter ya se había retirado después de 17 años de reinado, dejó a Gianni Infantino la responsabilidad de vigilar las condiciones laborales, pero éste nada hizo para evitar ese baño de sangre.
* * *
Dejando a un lado mi repugnancia por el aparato burocrático corrupto, no niego mi disfrute de la contienda atlética: la reciedumbre de los europeos, la cadencia de los brasileños, el brillo individual de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y otros muchos que militan en las grandes ligas. Millonarios todos como lo manda la “Sociedad del Espectáculo”.
* * *
¿Qué ocurre con los nuestros? Nada. Aturdidos se empeñan sin fruto alguno comandados por un incompetente al que llaman “tata”, uno de los diez directores técnicos mejor pagados del mundo que, sin pesadumbre alguna, volverá a su terruño a lamerse las heridas de su fracaso pero con el consuelo de los bolsillos rebosantes de dólares, indiferente, eso sí, al desencanto de los viajantes mexicanos a quienes no les quedó ni el recurso de un desahogo cantinero.