En lo que muchos consideraron fue la respuesta oficial a la marcha de hace unas semanas en defensa del INE, las autoridades de la CDMX anunciaron que, al evento de AMLO por su 4º informe de Gobierno, asistieron alrededor de 1.2 millones de personas. A lo largo de la movilización del domingo, múltiples figuras políticas, gobernadores, alcaldes, diputados, senadores y ciudadanos de diferentes estados de México acudieron a la capital para participar al lado del presidente Andrés Manuel López Obrador por sus cuatro años de gobierno. El obradorismo mostró su músculo. Dejó ver la capacidad de convocatoria con la que cuenta.
La gran articulación mostrada por los integrantes de la 4T, no etuvo exenta de críticas por el uso de recursos públicos para “acarrear” a la gente desde diversas entindades también estuvieron presentes. Videos de cientos de camiones, de toma de lista a los asistentes y entrega de alimentos, fueron transmitidos por las redes sociales. Días antes circularon boletines oficiales en los que se instruye al personal burocrático de varias dependencias a “asistir voluntariamente”. Por estas razones, resulta inevitable comparar la marcha de hace unas semanas con la realizada ayer. La primera fue organizada mayoritariamente por grupos que están fuera del poder, la segunda, mucho más numerosa, desde y gracias al uso del poder.
Según los organizadores, la movilización en la que participó el propio López Obrador fue un éxito. Bajo los parámetros simbólicos de la actual administración sin duda lo fue. Lllegó al templete acompañado de Claudia Sheimbaun y de Adán Augusto López, en las imágenes no se apreció cercanía alguna de parte de Ebrard. En su discurso, el mandatario enfatizó que la mayoría de los asistentes a la marcha fueron jóvenes y expresión que “hay relevo generacional”.
Con motivo de su informe por los cuatro años en el gobierno, el presidente enlistó alrededor de 100 “logros” de su administración. Subrayó como principales avances que más de 25 millones de hogares reciben algún tipo de apoyo social, que no se ha aumentado el precio a las gasolinas, gas y energía eléctrica, que no se ha contratado deuda, en cuatro años no se han comprado autos, se puso fin a la pensión de expresidentes, se ha disminuido el gasto en publicidad en el gobierno.
AMLO celebró que en México “ya no domina la oligarquía, no se permite la corrupción y sí pagan impuestos los potentados”. En su discurso remarcó que “México tiene finanzas públicas sanas y que el 85% de los hogares recibe programas sociales”. Argumentó que “en México no hay racismo, tampoco se acepta el clasismo ni la discriminación. Dijo que está triunfando la estrategia para atender la violencia en el país”. Informó que hay 12 millones de adultos mayores que son beneficiarios de una pensión, 11 millones de estudiantes reciben algún tipo de beca, que el salario mínimo se ha incrementado y así ocurrirá nuevamente
AMLO dejó constancia una vez más de su capacidad de comunicación. A lo largo de los últimos cuatro años, eventos de esta naturaleza han servido para cohesionar a su base, profundizar su narrativa y recuperar la agenda. ¿Logrará esto último? Aún está por verse. Por lo pronto, llama la atención que el presidente no usara el escenario de ayer para empujar el tema de la reforma electoral. Sabedor de que no cuenta con los votos en el Congreso, para conseguir la reforma constitucional, todo indica que simplemente prefirió “arroparse” con el pueblo y hablar de la agenda que sí domina, para no hacer evidente el tropiezo legislativo que está a punto de sufrir.
No cabe duda de que la marcha de ayer, nos recordó a muchos e hizo eco implícito de aquella que realizaron grupos ciudadanos hace unas semanas. Ante las críticas de acerreo y de dispendio de recursos públicos, la marcha de ayer no se sintió con una energía plena. Más bien se sintión hueca. Aún con los 1.2 millones de participantes, el contraste entre una y otra marcha, volvió a poner presente en el sentir colectivo que #ElINENoSeToca. Por lo pronto, la #SociedadHorizontal deberá estar atenta, mantener el volumen del tema en la conversación colectiva y sobre todo, enfocar su presión hacia los legisladores, con el fin de garantizar que ninguna modificación constitucional se lleve a cabo en torno al marco electoral.