Que la candidatura de Gerardo Esquivel lanzada por el gobierno mexicano para dirigir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se hizo mal y de malas; de último momento, con ganas —sobre todo— de sacudirse al subgobernador del Banco de México, ¡ni duda cabe!
Entre otras cosas, además de la falta de profesionalismo en el manejo de las candidaturas internacionales del lado mexicano, faltó algo que el brasileño Ilan Goldfajn sí tuvo: Apoyo de Estados Unidos y de su gobierno (lo propuso el mandatario saliente, Jair Bolsonaro, y desde el primer momento pintaba como uno de los favoritos), pero sobre todo del presidente electo, Lula da Silva.
En nuestro caso, cuando Estados Unidos propuso una candidatura mexicana para el BID, la cancillería se entrometió, la evadió, y el Presidente de la República terminó proponiendo a la exsecretaria de la Cepal, Alicia Bárcena, quien acababa de ser propuesta como embajadora en Chile. Un batidillo.
Luego —al ser acremente criticada por los estadounidenses y quedar claro que su candidatura no pasaría— Bárcena retiró su nominación y entonces el gobierno de México, vía Hacienda ahora sí, lanzó al ruedo a Esquivel.
Claro, sin paracaídas y a la buena de Dios, pues por muy buen economista que sea, no lo conocían en Washington y ni tiempo había ya para cabildear con los países latinoamericanos.
¿Con todo este desastre detrás, realmente el gobierno mexicano esperaba que la candidatura de Esquivel ganara? Difícil de creer. Más bien parece que hicieron todo para perder.
Lo increíble es que todavía se enojan en el gobierno de López Obrador por el resultado.
Cosa de ver —y enmarcar— el escueto comunicado de la Secretaría de Hacienda emitido ayer, tras darse a conocer el triunfo de Goldfajn al frente del BID. Dice a la letra:
“Lamentamos que en las elecciones del BID continúe la política de más de lo mismo. Se eligió la propuesta del gobierno de Brasil, apoyada por el de Estados Unidos.
“Agradecemos el apoyo, que recibió nuestro candidato Gerardo Esquivel, por dos países de Latinoamérica.
“Muchas gracias”.
Tal cual. Y valdría la pena subrayar la razón del lamento: “Más de lo mismo”.
En fin. Como cereza del pastel quedó también en evidencia algo que igual se esperaba: el realineamiento de las prioridades del Presidente de Argentina, Alberto Fernández, para con Lula y su país (y ya no con AMLO)
Al argentino, de hecho, no le fue mal en la negociación: obtuvo varios puestos de alto rango en el BID por su apoyo al brasileño, incluida una vicepresidencia.
• • •
GEMAS: Obsequio del presidente López Obrador: “Ya voté a favor de que Trump pueda usar Twitter. La Estatua de la Libertad no debe quedar como un símbolo vacío”.