Una de las ventajas del actual totalitarismo democrático (no hallo otro oxímoron para definir los procedimientos de este gobierno populista), es la disponibilidad de los poderes republicanos e instituciones nacionales cada y cuando el Ejecutivo las requiera, por las buenas o por las malas.
Ya les ha dicho a los ministros de la Corte, por ejemplo, “no me vengan con que la ley es la ley”; o el, célebre “no creo que se atrevan” (a contradecir su voluntad).
El presidente puede echar mano de todos sus poderes, enormes, casi infinitos, siempre y cuando así lo requieran sus planes, sus proyectos y hasta sus caprichos obsesivos. Puede respaldar con leyes hasta sus cambios de opinión.
Todavía se escuchaban los ecos del pírrico triunfo cifrado en el regreso a las comisiones legislativas del dictamen para prolongar la presencia militar en labores de (in) seguridad pública, iniciativa lograda por la traición del PRI y factor en el deceso de la alianza opositora, cuando el Ejecutivo lanzó este anuncio, entre la amenaza y la advertencia (aaa), todo a un mismo tiempo:
–Nos convino el aplaza miento… pero (si no se avanza), volveré a presentar la iniciativa, para eso tengo facultades…”
Pues sí, la facultad de la insistencia, pero también, como cita la revista “Z”, la posibilidad de la exposición infame y pública:
“…López Obrador reprochó (en la votación anterior para inscribir plenamente la Guardia Nacional en la Sedena, cuando Monreal se abstuvo), que algunos legisladores se opongan al traspaso de la GN a la SEDENA, debido a que sólo se busca procurar la incorruptibilidad del nuevo organismo de seguridad. Además, acusó de cretinos a los integrantes de la oposición por politizar la procuración de la seguridad pública. También hizo un llamado a los gobernadores del Partido Acción Nacional (PAN), a manifestarse respecto a la ayuda que prestan las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad en sus entidades.
“…Su nivel de cretinismo, la hipocresía, de repente quienes apostaban al uso de la fuerza, violadores tenaces de los derechos humanos, se convierten en paladines de la justicia, defensores de los derechos humanos: son unos reverendos farsantes […] me gustaría, con toda franqueza, que los gobernadores del PAN, de Movimiento Ciudadano [MC], expresaran si les ayuda o no les ayuda (n) el Ejército, la Guardia Nacional, la Secretaría de Marina [SEMAR]”, insistió el político tabasqueño…”
Sapito
Evidentemente la intención del presidente de la Republica es positiva: lograr la paz en Ucrania y en el resto del mundo. Nadie puede estar en contra.
El problema es la arrogancia de su plan pacificador, en el cual reparte responsabilidades de intermediación a jefes de Estado cuya conducta no depende de su provincianismo miope, sino de factores multinacionales y del interés propio de los convocados de modo tan heterodoxo.
¿Debe el dirigente mayor de la India, por ejemplo, atender las instrucciones de López Obrador, como si él no tuviera ideas propias, como si se apellidara Sheinbaum, por ejemplo? ¿A cuenta de qué?
–¿Y el Papa Francisco?
Pero nuestro canciller Ebrard mastica el sapo y solemne, va a la “ornamental” ONU (amlo dixit) y le corta un gajo a la epopeya:
“El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, propuso este jueves en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la creación de un comité para el diálogo y la paz en Ucrania, integrado entre otros por el papa Francisco, para poner fin al conflicto armado.
“Dicho comité estaría conformado, además de por el sumo pontífice, por personalidades como el primer ministro de India, Marendra Modi, y otros jefes de Estado y de gobierno, dijo Ebrard en la reunión a nivel ministerial del Consejo de Seguridad dedicada al conflicto de Ucrania, en la que participa el jefe de la diplomacia rusa Sergéi Lavrov”.
Diplomacia
“La diplomacia nos enseña a tratar bien a los demás, cuando sabemos que se ríen de nosotros”, dijo Tocqueville.