Bien sabida es la ‘generosidad’ de López con el Verde Olivo, quiero decir con las fuerzas armadas, a las que ha confiado sus obras ‘insignias’: el aeromuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería ‘Dos Bocas’ amén de las aduanas… las sucursales del Banco del Bienestar… Ahora también le cede la representación del discurso político, de suerte que, con voz tronante, el general Luis Cresencio Sandoval, se lanza contra las ‘amenazas extranjeras’ pero sin identificarlas, en una especie de lenguaje cifrado que cada ciudadano interpreta a su modo; al propio tiempo Sandoval convoca a la unidad nacional, a sabiendas que el Jefe Supremo, el de Macuspana, discurre cada mañana en favor de la desunión y del odio.
Las arengas, pues, se contraponen: la convocatoria a la unión nacional en tono inquisitorial del ‘Verde Olivo’, por un lado, censurando todo ‘comentario tendencioso’, sin lo que eso significa, salvo que se trate, suponemos, de la osadía de quienes no están de acuerdo con el gobierno del tabasqueño. Y por otro lado, la cotidiana arenga burlona de éste como desahogo a sus resentimientos, pese a tenerlo todo: las cámaras, la corte. Pero el cacique pueblerino es así: un manojo de inexplicables rencores.
En el grito de Independencia, el tabasqueño vociferó, con todo el sinsentido que cabe: ‘Muera la corrupción”, como si la opacidad que caracteriza a los recursos que administra el ejército no fuese una forma de corrupción.
Por cuánto tiempo viviremos así, bajo el yugo de esta dictadura que se solaza en invitar con todos los honores a un narcotraficante como Evo Morales, aunque para compensar su descaro, invita también a los herederos de un luchador social como Luther King.
¿Con qué me quedo? Con la infinita hipocresía de López. Y con mi convicción de que nada ni nadie es para siempre.
Sucédale a quien le suceda al Mesías Tropical, – la desangelia Sheinbaum, Adán Augusto o Ebrard- siga encendiendo el fuego en la pradera, y como el célebre Nerón disfrutará un México en llamas.