Por Sergio Arturo Venegas Alarcón/
Fanático número uno de Juan Gabriel, reconocido por el mismísimo Divo de Juárez como su alma gemela, Juan José González Borja cuenta a PLAZA DE ARMAS anécdotas compartidas y muestra documentos personales del artista fallecido hoy hace seis años en Santa Mónica, California.
De admirador y coleccionista de todos sus discos pasó a ser colaborador y amigo del ídolo, acompañándolo en conciertos y actividades cotidianas desde hace dos décadas cuando lo conoció y pensó que después de eso “ya me podía morir”.
Ese era su sueño y lo cumplió el 17 de diciembre del 2000 en la Arena de San Diego, California, pero fue sólo el principio de una historia que le cambió la vida, dejando atrás actividades vinculadas a equipos de futbol estudiantiles y profesionales.
Adoraba a Juan Gabriel. Tanto que sus hijas de llaman Ana Gabriela y María José, en homenaje al cantautor.
A partir de entonces Juan José González Borja procuraba acudir a todas las presentaciones, pero fue hace 20 años, el 24 de agosto del 2002, en Tijuana, cuando habló con él en el hotel Lucerna.
La puerta de entrada al primer círculo del autor del Noa Noa, Querida y Amor eterno, fue una colección de 300 discos de Juan Gabriel y de tooodos sus intérpretes que le hizo llegar a través de Pepe Tequila, el principal vihuelista.
Una breve plática sirvió para descubrir las afinidades.
El artista solía preguntar las fechas de nacimiento, información para conocer –decía- la personalidad de cada quien.
-Soy del 4 de mayo de 1949, respondió González Borja.
“Usted es búfalo de tierra en la astrología china. Como yo”.
-Me gustaría trabajar para usted.
Y Así fue.
En los días siguientes, dejó su empleo en un equipo de futbol de Tijuana y comenzó a pensar y planear.
“Se la pasa soñando; se le fue el avión” comentaba una sobrina.
Lo recuerda Juan José en su casa de la colonia Guadalupe Tepeyac, cerca de la Basílica, en la víspera del aniversario luctuoso, mientras muestra el pasaporte original y la visa estadounidense de Alberto Agullera Valadez, junto con gafetes internacionales, grabaciones y correos electrónicos personales de Queridoalberto para Queridojuanjo.
Eso, sus discos y algunos trajes y botas de Juan Gabriel atesora como recuerdo permanente de quien un día lo identificó como su alma gemela.
Viajaba con él en aviones privados o como copiloto en su Mercedes de dos plazas por las carreteras de los Estados Unidos.Lo conoció sensible, generoso y vulnerable, abusado por gente de confianza en obras caras y malhechas en su rancho de Parácuaro, Michoacán y disfrutó con él, muchas veces, en Las Brisas de Acapulco o en El Dorado de Cancún.
Iba a todos los conciertos, en donde promovía la venta de discos y organizaba la toma de fotos y firma de autógrafos para sus seguidores. Era el primero del club de admiradores, pero, en memoria de Selena, no quiso ser “el Yolanda Zaldívar de Juan Gabriel”.
Más este lunes en Plaza de Armas, El Periódico de Querétaro.