¡Patético!”, así calificó Rubén Moreira la actitud del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, a su “lamentable” papel –“violatorio del reglamento” y de “matraquero”– al prestarse a armar un show político-mediático al lado del fiscal de Campeche, Renato Sales Heredia, en su solicitud del desafuero de Alejandro Moreno Cárdenas, en vez de respetar la investidura de su cargo y mantener la imparcialidad requerida.
¡Patético!, efectivamente. Tan patético como la actitud del propio presidente nacional del PRI, haciéndose la víctima, queriendo jugar la figura del héroe que enfrenta al Gran Dictador, cuando su figura se sume en la vulgaridad y falta de ética de sus propias palabras, en el cinismo y despotismo, en los indicios de presumible corrupción que le rodean desde sus tiempos como gobernador de Campeche.
Más patéticos aún los desfiguros de la gobernadora campechana, Layda Sansores, dando a conocer audios de su antecesor que quién sabe cómo consiguió, saltándose las trancas de la justicia, y exhibiendo a su propio fiscal bailando –literalmente– al son que le marca.
Y no se diga lo patético de los aliados de Alito Moreno. La reacción de los presidentes del PAN y del PRD, de los coordinadores de ambos partidos en la Cámara de Diputados, blandiendo sus espadas en defensa del priista —y de ellos mismos, especialmente del diputado blanquiazul Jorge Romero, ahora en la mira de los morenos— y arengando a la manera de los Tres Mosqueteros”: ¡Uno para todos y todos para uno!
Luis Espinoza Cházaro, coordinador de los diputados perredistas, lo pondría así: “Están equivocando la estrategia (desde el gobierno federal), entre más nos atacan, nos unificamos más. Cuando atacan a uno de nosotros (de la alianza Va por México), nos atacan a todos”.
¡Patéticos todos! Ni a cuál irle.
El caso de Moreno Cárdenas debió seguir los cauces legales y discretos de la justicia —si es que realmente se tienen las pruebas o los indicios que acrediten su persecución–, en vez del circo montado en los Martes del Jaguar y de la esperada y saboreada venganza del fiscal Sales.
Humillación, estigmatización, venganza, fueron las banderillas clavadas por delante en la estrategia de la 4T.
Alito, a su vez, debió renunciar desde el primer momento para evitar arrastrar al PRI (y a la alianza con el PAN y el PRD) al pantano en que se hunde día con día, con tal de salvar su pellejo. Pero ni la dignidad ni la ética son lo suyo.
Envolvió su defensa en el cinismo, victimizándose, y con un machismo pseudopatriótico.
Sí, ¡patético! Han exhibido lo peor de los dos lados.
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GEMAS: Obsequio de la Suprema Corte: El gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, sigue gozando de fuero constitucional. Se invalida la orden de aprehensión en su contra.
POR MARTHA ANAYA
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