Dante Delgado, uno de los políticos más sofisticados que tenemos, acaba de publicar su séptima carta al presidente Andrés Manuel López Obrador en poco más de dos años, donde con variaciones a la letra tiene la misma partitura. La diferencia de esta con las demás no es el texto, sino el contexto, la sucesión presidencial, donde la repasada retórica a López Obrador no se queda en el presidente, sino toca fuerte a la oposición. Citémoslo:
“Es evidente que tú y la oposición que moldeaste a conveniencia están empeñados en la confrontación, en la división, en la lucha del poder por el poder. Están obstinados en seguir por ese camino que te fortalece, que a ellos empequeñece todavía más y que está provocando un terrible daño a México”.
La carta tiene mil 637 palabras, pero estas 52 son las fundamentales y merecen atención principal, pues de otra forma se distrae uno en descalificaciones y epítetos que únicamente alimentan la polarización y confrontación que tanto le critica a López Obrador. Lo que afirma el dirigente de Movimiento Ciudadano es la victoria de López Obrador sobre Marko Cortés y Alejandro Moreno, líderes del PAN y del PRI, a quienes según él, metió en el cuadrilátero que domina hace décadas, el de la pelea con cuchillo y mazo que siempre le ha redituado al presidente.
De esta manera, además de los latigazos a López Obrador, a quien llama traidor y enfermo de poder, expresa su desprecio por Cortés y Moreno, con quienes tiene confrontaciones incipientes en las tempranas discusiones sobre una candidatura presidencial de unidad para enfrentar al presidente y a quien decida dejar para que continúe su proyecto. Como lo señala, sugiere que al haber caído en la trampa de López Obrador, los está neutralizando.
El punto es discutible, y depende de qué tanto la radicalización pueda convertirse en un activo. En este sentido, Moreno tiene más posibilidades de avanzar que Cortés, al ser el político al que el gobierno federal, a través de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, más ha buscado aniquilar para desmantelar al PRI, que tiene más afinidades con Morena que con el PAN, y que en caso de colapso, probablemente habría una diáspora acelerada de militantes tricolores hacia él.
Moreno ha sido zarandeado y desprestigiado, pero no lo han liquidado. Mientras no haya un tiro de gracia y lo fulminen, cada semana se vuelve más peligroso. El líder del PRI ya no tiene prácticamente nada que perder y mucho que ganar -por ejemplo, mantenerse en la presidencia del partido y vacunarse contra eventuales acciones penales- si su proceso de radicalización es igual o similar al de López Obrador. Es como en una guerra, donde ante tanta adversidad, el mejor soldado es aquél que se considera muerto.
Delgado puede no estar tomando en cuenta esta posibilidad, que en una negociación sobre la candidatura de unidad, no encuentra en la negociación a un Moreno débil sino empoderado, embalado en su dinámica de confrontación contra el presidente, que le impida obtener lo que ha planteado en las últimas semanas, que el candidato presidencial lo proponga Movimiento Ciudadano. Moreno y Cortés han dicho que no por una razón cuantitativa: ¿por qué Movimiento Ciudadano, que tiene menos de la mitad de votos que cualquiera de los otros dos partidos, llevaría mano en la selección de candidato? En las elecciones intermedias del año pasado, Movimiento Ciudadano, que compitió solo, obtuvo el 7.01% de la votación, mientras que el PAN alcanzó el 18.24% y el PRI el 17.73%.
Por lo que se deduce de la carta que escribió Delgado, considera que su estrategia es mejor que la de sus pares en la oposición y, por tanto, al salirse de las lógicas impuestas por López Obrador, más eficiente en el largo plazo. Eso está todavía por verse. Una reciente encuesta en El Financiero sobre preferencias de voto por partido rumbo a 2024, mostró que el respaldo a Movimiento Ciudadano en la elección presidencial, si hoy fueran los comicios, se mantiene en el 7%, mientras que la del PAN y el PRI es de 17% cada uno, muy lejos del 43% de Morena. Si fueran en alianza, Morena-PT-Partido Verde tendría 48%, contra 30% de la alianza Va Por México y Movimiento Ciudadano estable en 7%.
Es decir, ni con los gobiernos de Jalisco y Nuevo León, Movimiento Ciudadano está competitivo, mientras que si fuera en alianza con Va Por México, haría viable, en términos de competencia, la candidatura de unidad. No parece estar hoy en día el escenario en la cabeza de Delgado, a menos que esté jugando a encarecer sus posición, como sugiere la descalificación a Cortés y a Moreno, que como dice, fortalece a López Obrador, no a la oposición. Sin embargo, en la carta no habla en ningún momento de derrotar a Morena en la elección presidencial, ni sacar del poder a todo lo que huela a López Obrador.
La retórica es onomatopéyica pero es políticamente liviana. Si cree, como lo sugiere en la carta, que López Obrador es lo peor que puede haberle pasado a México, su legado, ergo, sería la continuación de la tragedia nacional. ¿Quiere realmente evitarlo? No hay que pedir que lo piense, porque sería un insulto a su inteligencia y talento, pero sí que empiece a hablar con mayor claridad.
Si quisiera forzar a llevar mano en la selección de un candidato de la alianza, en las condiciones actuales no tiene los números para presionar y que el PAN y el PRI le regalen lo que no ha obtenido en las urnas. Dados estos números hoy, no tiene futuro una candidatura sola de Movimiento Ciudadano en las próximas elecciones presidenciales, pero dañaría a una alianza de oposición y apoyaría a Morena y al presidente. Si Delgado no quiere que la hipótesis sobre su doble discurso y deslealtad, como algunos sospechan de él, se pruebe, que deje de lanzar petardos que distraen y empiece a negociar seriamente una alianza electoral.
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