El pasado domingo se conmemoró el Día Interamericano de la Calidad del Aire. En realidad, es una fecha que apenas se consolidó en el 2002; instituciones de renombre como la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, la Caribbean Water and Wastewater Association, la Organización Panamericana de la Salud, entre otras, instituyeron ese día por considerar que anualmente las poblaciones de América Latina y del Caribe sufren los estragos derivados de la contaminación del aire.
De hecho tuvimos la suerte de que la decisión se tomará aquí en México, justamente en Cancún.
¿Pero como nos impacta la “calidad del aire”? La intención de conmemorar el Día Interamericano surge precisamente con ese propósito; que la población tome conciencia sobre la relevancia que resulta el no emplear en nuestro día a día productos contaminantes que perjudiquen el medio ambiente y, en consecuencia, nuestra salud.
Pero para “tomar conciencia” es necesario presentar los hechos tal y como son y dimensionar las consecuencias si no tomamos acciones en este momento.
Los efectos de respirar una mala calidad en el aire, hay que decirlo; son alarmantes . Van desde el envejecimiento acelerado de los pulmones y menor función pulmonar hasta el desarrollo de enfermedades como cáncer, enfisema, bronquitis o la “cotidiana” asma. Hay otros síntomas como mayor fatiga, sequedad en la garganta, jadeos, entre otras cosas. Y eso se traduce, inevitablemente, en el acortamiento de la vida. Es una cadena que impacta incluso a nuestra salud, y el sistema que nos atiende está cada vez más precario. ¡Qué mejor que cuidarnos nosotros mismos!
¿Han visto esa capa de “natilla” sobre nuestro país ? Bien, pues recurrentemente se trata de smog, que no es otra cosa más que una variedad de contaminantes del aire que provienen de diversas fuentes y empiezan a reaccionar entre ellos. Es decir, lo que vemos es un coctel que comienza a reaccionar en razón de sus ingredientes. Un juego químico.
Quizás podremos pensar que ese asunto del smog y de aquella “nata” que no nos deja ver el azul del cielo sea algo “típico” de las ciudades grandes como la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey. Recuerdo que el asunto se volvió recurrente y casi naturalizado cuando se trataba de la capital del país, pero hoy hay otras áreas metropolitanas, como la de Querétaro, que empiezan a tener sus propias implicaciones.
No en balde la Secretaría de Desarrollo Sustentable, encabezada por Marco del Prete III, echó a andar hace algunos años el Centro de Monitoreo de la Calidad del Aire del Estado de Querétaro (CeMCAQ). De hecho las nuevas instalaciones se inauguraron en diciembre del año pasado. Queda muy claro que hay preocupación entre las autoridades por estar al pendiente de este punto.
Resulta que nuestras zonas metropolitanas, en ocasiones, no son ese bonito paisaje que usualmente se refleja en fotografías filtradas en redes sociales. A penas a inicios de mayo del año en curso el Centro de Monitoreo calificaban con color naranja (calidad mala) el aire de zona de la delegación Epigmenio González. Lo mismo para la estación ubicada en Corregidora y San Juan del Río. Es, como vemos, un problema que toca las puertas de nuestro y que debemos voltear a ver como sociedad.
¿Y qué hacer ante este escenario desde nuestras trincheras?
Empezar por evitar la compra de artículos desechables y plásticos no biodegradables, cuestionar nuestros hábitos de consumo y aplicar el poder de las tres erres: REDUCIR-REUTILIZAR Y RECICLAR; un menor consumo siempre derivará en menos contaminación atmosférica de cualquier tipo, tratar de consumir alimentos orgánicos o al menos aquellos que no hayan sido sometidos intensivamente a productos agroquímicos, separar y reciclar la basura, la orgánica es excelente abono para las plantas, reducir el consumo de electricidad, ya que con ello contribuyes a disminuir emisiones de contaminantes y partículas además del ahorro que tendrás en luz, otro excelente hábito es el tener en casa plantas purificadoras de aire, y por supuesto tenemos que acostumbrarnos a revisar periódicamente las instalaciones de Gas LP y asegurarnos de que no tengan fugas los pilotos y boilers en casa, reducir el uso del auto o compartir viajes, no quemar basura o llantas, además de evitar el empleo de fuegos artificiales. Mejorar la calidad del aire que respiramos esta en nuestras manos.
Aún estamos a tiempo.