Agustín Yáñez, admirable escritor a quien le debemos novelas como “Al filo del agua”, empleó el vocablo, en alguno de sus discursos que yo le escuché en tiempos lejanos ya, cuchilear que significa: “azuzar a los perros, echarlos sobre la presa, excitándolos con grito peculiar para que acometan”. Los grandes escritores– como Sergio Fernández- acuden a ese léxico popular. Sergio, quien presidió el jurado cuando me doctoré, hablaba del “cochame moral”, por ejemplo; lo barroco en él se entreveraba con los vocablos populares. Cuchilear es lo que hace el presidente López, instigando a Arturo Farela Gutiérrez, una especie de capellán de la cuartoté, a afirmar que ‘la jerarquía católica trata de incendiar a México’, Farela Gutiérrez, presidente de la Cofrernice, Confraternidad Nacional de las Iglesias Cristianas Evangélicas, entrevistado por ‘El Universal’, considera “de muy mal gusto” y francamente equivocadas las “críticas” vertidas por sacerdotes y obispos de la Iglesia católica por la inseguridad que enfrenta el país. “Deberían enseñar qué es la Biblia como palabra de Dios, en la Biblia encontramos una máxima de Jesucristo que dice ‘Amarás al prójimo como a ti mismo’ […]”. Hay paz en México, asegura Farela. […] “Debemos apoyar al presidente y dejar de hacerle críticas destructivas, hay que hacerlas pero de manera constructiva para apoyarlo”.
Este líder, conservador en extremo, asegura que “en un país democrático debe haber crítica fundamentada, reflexiva, analítica, pensante…no irracional”.
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¿Ayudar al presidente? ¿Pero cómo? Él está en lo que está, valga la tautología con sus caprichos, proyectos megalomaniacos. Sus críticos, religiosos o laicos, sólo son objeto del denuesto. Están conmigo o están en contra mía. Sin matiz alguno. Como todo maniqueo.
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Pero Farela recibe su recompensa. Su grey recibe el bautizo del macuspano: son los ‘Siervos de la Nación’, inspirándose en José María Morelos y Pavón. Divide y vencerás, es el apotegma de López. Y parece conseguirlo el astuto López.