Somos un país que se caracteriza por tener un perfil aún conservador en muchos temas, afortunadamente estamos viviendo procesos de cambio de visión en torno a muchos aspectos. Uno de ellos es la menstruación un tema aún tabú para muchas y muchos que es imperante poner sobre la agenda pública. Me enorgullece pertenecer al colectivo 50+1 un gran colectivo de mujeres que tiene por misión trabajar para y por nosotras las mujeres, en el hemos hablado sobre la necesidad de reconocer y exigir el derecho a la higiene menstrual que afecta a varias niñas y mujeres.
Gracias a esta labor es que hoy quise recalcar las maravillas de la copa menstrual que más que un recipiente de higiene femenina reutilizable es una gran alternativa para impactar de manera positiva a nuestro medio ambiente. Las copas menstruales han venido a ser un parteaguas desde hace algunos años en ese rubro, no obstante aún no terminan por ser aceptadas de manera completa. ¿Por qué?
Quizás el trasfondo de relieve es la falta de información. Se estima que una mujer puede llegar a usar en su vida un promedio de 10 mil y 13 mil toallas sanitarias, o bien, tampones. Es decir, estaríamos hablando de un promedio de poco más de 60 kilogramos de basura, cuyo tratamiento o destino se desconoce. Se ha estimado, además, que esos productos femeninos tardan en degradarse entre cerca de 300 años.
En resumen: nos referimos a toneladas y toneladas de basura de manera semanal, mensual y ya ni pensar en el acumulado anual. Es una situación grave para el entorno ambiental de nuestro país y pareciera que no hay mucho interés en atender este punto.
Las copas menstruales tienen sus años de existencia y, por increíble que parezca, son una alternativa sostenible. ¿De qué se trata? Es justamente una copa hecha con silicón de grado médico que se introduce en el canal vaginal. Su función consiste en recolectar el flujo menstrual, para luego ser retirado y poder también ser reutilizado. Previamente se debe limpiar, considerando que debe ser hervida para eliminar cualquier riesgo de contaminación que nos traiga alguna infección con posteridad.
¿El tiempo de vida de esta copa? Cerca de 5 años. El hecho de que sea reutilizable le da un amplio sentido a la ventaja sostenible que tiene este producto femenino. Además, el silicón con el que se elabora no requiere de la tala de árboles, cosa que sí necesitan para su elaboración, por ejemplo, las toallas femeninas. Es todo un círculo virtuoso.
Seguramente estarás pensando en el costo. Sí, en efecto, el precio es más elevado que el de unos simples tampones, sin embargo el beneficio en nuestro bolsillo es a largo plazo, pues como lo mencioné hace unos momentos, el tiempo de vida de la copa es cercano a los 5 años.
De hecho hasta puedes dormirte con el dispositivo puesto sin tener alguna consecuencia. Puedes darle un uso continuo de máximo 12 horas.
Si son tantas las ventajas ecológicas, además de nuestra economía, ¿por qué el poco uso? Considero que la respuesta se alberga en las falsas creencias que la sociedad ha impuesto a las mujeres sobre su propio cuerpo. Desinformación al fin.
Hay muchas formas en las que podemos contribuir al cuidado de nuestro medio ambiente, la copa menstrual es una de ellas, sin duda tenemos que apostarle a difundir este tipo de herramientas para generar una nueva cultura en torno a los cuidados femeninos. No pensemos que por ser tema de mujeres es algo ajeno a todos los sectores. No, nada eso. Estamos cuidando nuestro planeta y el futuro de nuestros hijas e hijos. Hagámoslo juntos.