El deseo incontrolado de sobresalir corroe a menudo a los seres humanos. El narcisismo, inmaculado con la baja autoestima, es altamente destructivo. Eróstrato, un simple pastor, víctima de la locura destruyó, incendiándolo el Templo de Artemisa en el año 356 a.c. Artemisa era una diosa muy venerada. Se le representa portando sus flechas. Pues una deidad de la caza, pero también de la virginidad, con gran poder como curandera de las enfermedades femeninas; y formaba parte del panteón de los doce dioses olímpicos.
A semejante despropósito se le ha llamado “el complejo de Eróstrato”. ¿Será tal complejo el que padece el mexicano de origen tabasqueño quien presume de gobernar este país? Pues que destruye cuanto puede como si gozara “su gesta destructora”. Comenzó con la demolición del Aeropuerto de Texcoco. Y siguió con un sinfín de clausuras: los comedores comunitarios, las estancias infantiles, los refugios para las mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar, la animadversión contra las energías limpias, los ataques a los medios de comunicación que le son adversos, o de otro dicho, la ofensiva contra la libertad de expresión, la encarnizada lucha contra el INE (Instituto Nacional Electoral), la inmunda complicidad con el crimen organizado, la transigencia con el Fiscal Alejandro Gerz Manero, corrupto a más no poder; la venganza inducida contra Rosario Robles Berlanga, la desaparición del Seguro Popular.
¿No es todo esto una emulación de aquél pastor enloquecido? ¿No es la cuartaté un incendio, un atentado contra las instituciones, la intromisión en los otros poderes; el desacato al Juez que ordena la suspensión de la obra del Tren Maya Invocando razones de “seguridad nacional” que de conformidad con el artículo 5 fracción XII de la Constitución, dicha seguridad se refiere a mantener la integridad y estabilidad, lo que nada tiene que ver una obra para la gloria del ocurrente tabasqueño, la amenaza a los ambientalistas que defienden la conservación de la biodiversidad, la frívola respuesta a una probable ruptura del TEMEC, un tratado que tiene la jerarquía de la Ley Suprema, con un “que medio, estoy temblando”, la letra de una cancioncilla del Chico Che, para no decir que, abusando de su poder y ya enloquecido el todopoderoso, denigra día con día la investidura presidencial.
¿No semejan todos estos despropósitos y destrucciones a lo realizado por aquel pastorcillo ávido de fama?.