La película de Sebastian Meise, La gran libertad causa pensamientos adversos sobre la vida social. La parte final del filme, un bar de mala muerte donde los hombres hacen sexo con otros hombres parece tan opresivo como ir a la cárcel por el párrafo 175 alemán que condenaba la homosexualidad. Recordemos que la sociedad del patriarcado incluye a heterosexuales y gays, hombres: la promiscuidad es un asunto de salud igualitaria y la permisividad machista permitea nuestra sociedad pudrirse en sus pieles. Los gays ya deberíamos saberlo.
Un mensaje que dejan las imágenes finales de la cinta: un sabor amargo. Un hombre gay transita de los campos de concentración nazis en 1945, hasta 1957 y 1968. Es el mismo que vivió la represión social por ser diferente. Sería sano que la sociedad aceptada sin restricciones, la heterosexual, vea el filme y capte el porqué de las demandas de los colectivos LGBT+. Pero Meise no se queda allí; envía una idea: igual es una cárcel esa sociedad que orilla a las rejas a hombres gays. Wilhelm Reich ya lo escribió: tremendo.
Nada bueno puede salir del clandestinaje, de lo prohibido o considerado ilegal. Muertes, represión, enfermedades sexuales transmisibles. PERO no es exclusividad LGBT+. Es un asunto de las sociedades donde el patriarcado se empodera sobre las mujeres. La gran libertad es una paradoja: nacer para vivir muriendo: un bar del filme se llama así. En el título está la metáfora: lo que a primavera es juventud, vejez será invierno. Cuando el gobierno alemán cancela en 1969 el párrafo 175 y libera a los condenados, la libertad en realidad es un regreso al vetusto estado de permisividad social. Un filme no lineal con múltiples significados y análisis. No el facilón de pobres gays, cómo los maltrataron. Olvidamos la casa de putas al servicio de hombres, y ahora cada vez más viceversa, ahí donde los hombres atienden a las mujeres, o gays…
En verdad, la educación sexual no ha llegado a nuestros hogares. No la restricción sexual, la salud como prioridad para un sexo sano, libre de virus o bacterias. No gustará lo que pienso, pero la salud mental es primero. Es inmoral no hacer autocrítica. El sida desde el 83; el virus del mono, hoy. ¿Qué sigue?