“En una hermosa noche de/verano. Tienen las altas casas/ abiertos los balcones/ del viejo pueblo a la anchurosa plaza. /En el amplio rectángulo/ desierto, /bancos de piedras, evónimos y/ acacias/ simétricos dibujan/ sus negras sombras en la arena blanca. / En el cenit, la luna, y en la/ torre/ la esfera del reloj iluminada. /Yo en este viejo pueblo/ paseando/ solo, como un fantasma. “Noche de verano” Antonio Machado.
Los primeros pasos del nuevo verano transcurren entre guerra, violencia, esperanza, pandemias, descubrimientos espaciales, supersticiones, logros tecnológicos; en un rincón de la ciudad, una pareja se cubre de la lluvia con besos; un trovador afina su guitarra, mientras pasa el aguacero para seguir cantando, ganándose el pan de cada día. La segunda estación del año, seguirá la vieja costumbre de ser tema, motivo, ambiente, espacio, de textos literarios, canciones, colores; época para la creatividad, la amistad, la expresión artística, ¡como todos los veranos! Siempre recuerdo uno, de la década de los 70s, del siglo XX, que, entre otros personajes inolvidables, conocí a Enrique Rosas Gayasteguí, compositor, cineasta, – 1942-1996-, con el cual establecí vínculos amistosos; en esa época era popular su tema en la voz de Roberto Jordán: “Amor de estudiante”, una de sus frases, dice:” Mi amor de verano, mi primer amor…” En las charlas “puntillosas” con Rosas, casi siempre enfrente de un Bacardí con mucho hielo; entre poesías, crónicas de cine y canciones, salía la obra inmortal de Michel Legrand: “Verano del 42”, que acompaña sinsabores y alegrías a todas las partes que me lleva el destino. Por lo tanto, el periodo trae poemas, cantos, amistades, amores, desamores; presentes, ausentes, que habitan en mi lado izquierdo. Este verano del 2022, llega con: “Cien canciones queretanas” , Cancionero. Compilación de canciones, de creadores oriundos o no del estado, que aman y cantan a Querétaro, a sus personajes, a sus historias, a sus leyendas; a lo que se lleva muy dentro y que se necesita cantar. En edición del Patronato de las Fiestas Queretanas; lo presentaremos el próximo agosto en mi lugar natal, Querétaro.
Pulsas, palpas el cuerpo de la noche/ verano que te bañas en los ríos/ soplo en el que se ahogan las estrellas/ aliento de una boca/ de unos labios de tierra. /Tierra de labios, boca/ donde un infierno agónico jadea, / labios en donde el cielo llueve/ y el agua canta y nacen paraísos. / Se incendia el árbol de la noche/ y sus astillas son estrellas, / son pupilas, son pájaros. / Fluyen ríos sonámbulos. Lenguas de sal incandescente/ contra una playa obscura. / Todo respira, vive, fluye: / la luz en su temblor, / el ojo en el espacio, / el corazón en su latido, / la noche en su infinito. / Un nacimiento oscuro, sin orillas/ nace en la noche de verano, en tus pupilas nace todo el cielo. “Noche de verano” Octavio Paz.
En los ochentas, del siglo XX, laboraba la editora musical del grupo RCA Víctor; de la Vicepresidencia de la Cía. Discográfica- una de sus divisiones era la editorial-, avisaron que tenía que atender a un médico, Mario Feria, que venía de Guadalajara, a realizar una audición, ya que quería grabar un disco. Le solicité al músico, arreglista, director de orquesta, y amigo, Mario Patrón, quien fungía como asesor musical, para que en el pequeño estudio de audiciones y elaboración de” demos”, escuchara al doctor y le señalé que se había fijado el mediodía para la cita. Puntual como todo galeno, llegó acompañado por un joven que cargaba una guitarra, las presentaciones fueron veloces, el recién llegado externó su nombre: Mario Feria-DEP- de Culiacán, Sinaloa, me acompaña Jesús Monárrez, ingeniero en electrónica; talentoso compositor e intérprete ¡del mismo lugar! dijo con seguridad. Los invite a toma café y señalé que el maestro Patrón, que también era su coterráneo, dirigiría la prueba; al día siguiente pedí a mi tocayo, su valoración; con la puntería que tienen los directores de orquesta, cuando navegan por las partituras entre notas, musicales señaló:” al que hay que prestar atención es al de la guitarra”. Han pasado más de cuarenta julios de aquella sesión; el oficio de compositor e intérprete de Jesús Monarrez, se ha manifestado con profesionalismo y reconocimiento; tareas que, aunadas a su trabajo de productor musical, le otorgan un lugar bien ganado en el canto popular contemporáneo. Siempre tengo en mente, el Festival OTI, 1984, donde una pareja de jóvenes, Lara y Monárrez, irrumpió con éxito, con su canción “Volverás con el verano”, de la cual debo citar dos de sus frases centrales: “Hoy termina un verano más y como siempre tú con él te iras… Volverás con el verano, otra vez a mí” …; el viejo Veranum tempus (aestas), se hacía presente en la balada juvenil. El repertorio de Monárrez ha crecido, en su voz y la de otros/as intérpretes, temas de su autoría y en coautoría, lograron- logran- entrar en el gusto masivo; a mí, estos tiempos, me traen recuerdos, de aquel verano de los ochentas, donde conocí a un joven con ganas de vencer obstáculos, sinsabores, elogios efímeros, para andar con la voz en alto, el camino del canto popular: Jesús Monárrez.
…Llegas devotamente, llegas viejo/ y ya no encontraras en mi alma a nadie/ Verano y pasaras por mis balcones/con gran rosario de amatistas y oros/ como un obispo triste que llegara/ de lejos a buscar y bendecir / los rotos aros de unos muertos novios/ Verano ya me voy… “Verano”, fragmento. Cesar Vallejo.
Las interrogantes son la consigna, con las que se vive en la actual “estación del sol”; los sucesos bélicos, las balaceras cotidianas, la globalización de la violencia, la destrucción ambiental, las nuevas olas de las epidemias; la emigración y sus historias inhumanas; la sequía feroz, la inflación imparable, parecieran avisos premonitorios del apocalipsis, que entre preguntas sin respuestas anuncia su llegada; del otro lado, una luz ilumina el cultivo diario de la vida. Tarea de la que el verano es cómplice eterno de los humanos, que, bajo su manto, vacacional, ciclonero, siembran alimentos, escriben poemas, cantan canciones intimas y colectivas, derrotando a la tristeza con palabras amorosas, como muestra de que, del otro lado de la barbarie, florece el cultivo de la vida.
Entonces la temporada permite a la nostalgia volver con momentos donde el verano, la amistad, el talento, la canción, formaron una unidad en la comunicación estética popular. Como en el inicio de séptima década del siglo XX; donde cantos diferentes a las directrices del espectáculo/ industrial, musical, encontraron foros y medios–limitados- para llevar su voz al público; muchos de los temas interpretados por los integrantes, de lo que se denominó movimiento de la Nueva Canción, abandonaron el “Discreto encanto de la cursilería” que predominaba en las letras de los “hits” de ventas, en esta atmosfera surgió: Guadalupe Trigo. La producción discográfica de su lanzamiento, reunió en un disco LP, entre otros temas: “El morral, La yunta y el rebozo”, (Ensayo para la publicidad) letra de Eduardo Salas; la obra hace referencia a la coyuntura electoral, que cada seis años ocupa el quehacer nacional; la frase que da pauta al desarrollo de la canción, canta: “Ya es el final de un quinto verano/ y la luz de la luna de octubre/ ha de hacer brillar/ el nuevo destino. / ya se ven los pobres hombres/ pintando paredes/ colgando carteles/ por la ciudad…” Como hipotético mural cantado, de Diego Rivera, la canción con orquestación bien nuestra, lleva a los receptores por una estampa veraniega del: México de siempre.
El verano del 2022, alzó el vuelo eludiendo las barreras de la muerte, para seguir su ruta creadora. Es cierto que lo augurios catastróficos suenan insalvables, sin embargo mientras podamos decir con Pablo Neruda: “ En las mañanas llenas de tempestad/ … en el corazón del verano./ como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, / el viento las sacude con su viajeras manos./ Innumerable corazón del viento/ latiendo sobre nuestro silencio enamorado./ Zumbando entre los árboles, orquestal y divino/ como una lengua llena de guerras y de cantos./ Viento que lleva en rápido robo la hojarasca/ y desvía las flechas latientes de los pájaros./ Viento que la derriba en ola sin espuma/ y sustancia sin peso y fuegos inclinados./ Se rompe y se sumerge su volumen de besos/ combatido en la puerta del viento del verano.”1.-; el verano continuara entre poemas y canciones.
1.-Poema VI “Viento de verano