Se jugará en el estadio Pufching Post.
El encuentro de tenis que ni una guerra pudo detener se jugará en un estadio como salido de la selva de Tarzán. Troncos de árbol cuyo diámetro varía de 15 a 20 centímetros fueron enclavados en el suelo y apuntalados con otras barras; en esos soportes se colocaron tablones de árbol de mango amarrados con cuerdas de cáñamo. Estas rudas graderías tienen de 18 a 20 filas y forman un óvalo perfecto, En la parte superior unas estructuras rústicas, con techumbres de paja y paredes de bambú son los palcos de prensa y radio; para subir allí es necesario usar unas escaleras movibles.
El estadio fue erigido en diez días por dos mil peones nativos que usan su particular versión de bikinis y turbantes, que hacen contraste con su tez achocolatada. Ocho mil aficionados podrán acomodarse en este estadio improvisado a la orilla del Golfo de Bengala. Nunca se había jugado un encuentro Copa Davis en un escenario más primitivo ni más pintoresco.
Las tribunas fueron literalmente extraídas de la selva, cuando se concedía la final interzonas a esta ciudad, en la costa del sur de la India. Las tribunas provisionales fueron construidas alrededor de una de las tres mesas de arcilla; costaron menos de tres mil dólares y no se han utilizado máquinas para su construcción. Los trabajadores, con la espalda desnuda, todavía estaban dando los toques finales, la víspera de los partidos
–Will Grimsley
La cancha también es especial.
Cuando fuimos a la mesa, con horror vimos que Alí Babá y sus 40 ladrones cubrían la arcilla con caca de vaca… ¡Cómo! Esto no puede ser, protestamos. Lo siento, son órdenes de la asociación local, nos dijeron. Seguimos protestando mientras el olor a excremento volaba ya libremente por los cielos de la India. ¿Cómo vamos a jugar sobre caca?, preguntamos al delegado. “Recuerden que aquí la vaca es sagrada, y entonces esta es caca sagrada. Por favor, dejen que el calor seque la cancha y vengan a entrenar mañana. Si no se sienten a gusto, ya veremos qué hacemos”. Al día siguiente ya no olía tan feo. Tampoco muy bonito. Comenzamos a entrenar y, en realidad, el bote de la pelota era excelente sobre esa superficie desconocida en Copa Davis. Decidimos jugar, pero Osuna, siempre pícaro, sugirió: vamos a fingir enojo, y al final muéstrate muy condescendiente y acepta jugar. Así lo hicimos. Arrojamos las raquetas a la cancha de caca y con gesto agrio fui con el delegado: está bien, no nos gusta esto, pero en virtud del respeto que les debemos a sus tradiciones, jugaremos sobre la caca sagrada…
Pancho Contreras
Viernes 30 de noviembre. Ya. Sorteo con presencia e intervención del embajador Octavio Paz. Primeros juegos: Palafox-Joydeep Mukerjea, y Osuna-Ramanathan Krishnan. La serie comienza mañana. ¿O no? Escribe Elena Osuna:
La sorprendente India todavía brindaría un escollo más a sus visitantes. Serían las dos de la mañana cuando Toño y Pelón se levantan asustadísimos por los terribles ruidos en el exterior; vientos huracanados golpean las ventanas y una lluvia torrencial se precipita sobre la ciudad; por la ventana es imposible distinguir algo. Corren al otro cuarto y despiertan a Pancho y a Mario. -¿Qué les pasa? ¿Qué sucede? –dice alarmado Pancho. –Levántate, asómate a la ventana –dice Toño-. Pancho se asoma, mueve la cabeza y entornando los ojos exclama: “¡Es que no es cierto, no puede ser!” Los esfuerzos de Pancho por mantenerse ecuánime ante lo sucedido desde el arribo a la India, llegan al límite y explota: “¡Ha entrado un monzón! ¡Caray, ya nomás falta que nos muerda un perro!”.
No. Nomás falta que la serie se aplace un día… Y otro más.