Katia Reséndiz
Ya hemos hablado de la imperante necesidad de buscar la seguridad hídrica como un derecho universal, el cual debe ser garantizado por autoridades y líderes, hemos hablado también de que esta causa requiere del involucramiento de todos los sectores y de la sociedad en general; prioridad que será convertida en este 2022 en uno de los mayores retos que enfrentamos y enfrentaremos si no nos atrevemos a ver más allá y a romper paradigmas en torno al agua.
Es evidente que el ciclo del agua no se está renovando con la misma rapidez con la que se incrementa la demanda del recurso. Lo anterior se agudiza con el desaprovechamiento y la falta de reutilización del agua, que, sumado al abuso, acaparamiento industrial, sequía e incremento de la temperatura, genera una urgencia climática de la que hemos hecho hincapié. Hoy no existe una cultura sobre el buen uso y aprovechamiento del agua.
Y aquí es donde nos preguntamos ¿qué es lo que no estamos viendo? ¿Qué parte no hemos entendido de que el agua no es un recurso no renovable y que para que nos alcance tenemos que tratar la que tenemos?
Tratarla implica mantener el flujo ambiental, visualizando que los productos derivados de su tratamiento pueden generar energía y nutrientes. La reutilización de aguas tratadas es una práctica común a nivel internacional y países como Israel y Singapur, por mencionar algunos, nos ponen el ejemplo porque actualmente reciclan el 75% de sus aguas residuales, mientras que en nuestro país apenas logramos tratar un 40%.
Las aguas residuales con el correcto tratamiento constituyen un recurso económico estratégico con muy alto potencial dentro del paradigma de la economía circular, incluso, la reutilización de estas aguas tratadas puede representar oportunidades económicas alternas en zonas con déficit hídrico. Sin embargo, a pesar de los múltiples beneficios ambientales, sociales y económicos el agua residual, que representa un recurso hídrico no convencional, continúa siendo subutilizado.
Actualmente, existe un amplio consenso acerca de la necesidad de comenzar a reutilizar las aguas residuales urbanas, e incorporarlas en la planificación y en la gestión integrada y sostenible de las demandas de agua. Esta planificación integrada debe garantizar que la reutilización del agua residual contribuya a una práctica sustentable y a reducir las presiones sobre los ecosistemas en favor de una economía circular del agua.
A nivel local y desde hace 30 años, nuestra entidad presenta cierta problemática en torno al agua en la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro (ZMCQ), cuando se comenzó con el desarrollo exponencial de desarrollos habitacionales y complejos industriales. Alcanzada cierta competitividad y desarrollo económico e industrial, el que no se efectuó con planeación y visión sustentable, por lo tanto nos corresponde actuar de la mano de los gobiernos, tanto estatal como municipales; sociedad civil organizada y ciudadanía en conjunto, como usuarios del recurso como activo indispensable de supervivencia. El llamado es para que, desde lo particular, aprovechemos todas las opciones que tenemos para la optimización del suministro, consumo, tratamiento, reutilización y conservación del agua.
Hoy por hoy, el modelo de economía circular es una alternativa, pues propone cadenas de producción basadas en la reutilización, renovación y reciclaje de los insumos. Nuestro más preciado recurso, el agua, puede incorporarse como uno de los aspectos más importantes, a fin de que pueda rehusarse y logremos el paso a una economía más sostenible y ecológica, pero, sobre todo, a un futuro más alentador.
La voluntad, así como un correcto tratamiento del agua es la única alternativa que tenemos ante la crisis hídrica que enfrentamos; el abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro (ZMCQ) depende de un solo acuífero, lo que nos impone un desafío mayor y una amenaza ambiental y socioeconómica.
Los retos no son pocos, pero es más contraproducente seguir sin hacer algo al respecto. La reutilización y saneamiento del agua demanda un proceso de eliminación de contaminantes microbianos, nanopartículas y microplásticos, así como hacerlo más accesible; para que no solo las industrias y el sector agrícola puedan rehusar el agua, sino cada hogar, como lo hacen países que han logrado reutilizar hasta el 75% de sus aguas residuales.
Las recientes obras, iniciadas en lo que será: Paseo 5 de Febrero, tendrá un cárcamo a la altura de Epigmenio González, en donde históricamente se ha inundado en temporada de lluvias, la visión de esta importante obra, es la construcción de fosas que tendrán un sistema de bombeo y con ello se pueda aprovechar la captación de agua, y proyectar reutilizarla. Según la CONAGUA, los cárcamos son fundamentales para mitigar las inundaciones en relación con el drenaje sanitario y pluvial, al elevar el agua por cámaras, bombas y equipos auxiliares. Así, el cárcamo recibirá el agua de lluvia para tratarlas o contenerlas iniciando una ruta urgente hacia la reutilización; es en ese sentido, que la obra Paseo 5 de Febrero, es esperanzadora, no solo por la visión de movilidad, sino por las acciones en materia de desarrollo sustentable, que perfilan a una ciudad en equilibrio con el ambiente; hecho que nos ayudará a mantener la calidad de vida de las y los queretanos.