La patente mexicana desarrollada por la UNAM para la generación de propulsores para nanosatélites ya está aprobada y sólo están en espera de que llegue el documento, para cumplir el último trámite.
El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) comunicó el 18 de marzo pasado que el Propulsor de Efecto Hall para Vehículos Espaciales, como se le conoce, cumplió con los requisitos para poder recibir la patente. Ya fue realizado el pago de la misma el 9 de mayo, por lo que ya sólo queda la expedición del título de patente.
“La Coordinación de Vinculación de la UNAM ya nos informó que fue aprobada la patente. El certificado aún no se exhibe, pero la patente ya se anunció que será otorgada a la UNAM y se está por expedir el certificado”, comentó el doctor Jorge Alfredo Ferrer Pérez, investigador de Unidad de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería en Juriquilla, encargado del proyecto y del equipo que conquistó este importante logro.
El primer propulsor de nanosatélites de origen mexicano podrá ser acoplado a un satélite menor a cien kilogramos de peso para realizar maniobras orbitales para vehículos espaciales, como mantener en órbita al satélite, estabilizarlo y ayudar a su desplazamiento, explicó Jorge Alfredo Ferrer Pérez, uno de sus creadores.
El investigador Jorge Alfredo Ferrer Pérez destacó que estos trabajos surgen de una tendencia mundial que consiste en desarrollar satélites pequeños que sean equivalentes a los de varias toneladas. Este hecho comenzó a demandar componentes y subsistemas para satélites pequeños.
“Los microsatélites pueden pesar alrededor de cien kilogramos y sus dimensiones ser de 50 por 50 por 70 centímetros; mientras que los nanosatélites miden 10 por 10 por 10 centímetros, con peso aproximado de 1.2 kilogramos”, explicó el doctor Ferrer.
Una vez lograda la patente los pasos siguientes se encaminan a realizar una reproducción para hacer las pruebas en el laboratorio Nacional de Ingeniería, ubicado en el Campus Juriquilla de la UNAM.
“En el caso de desarrollo tecnológico se dice que tenemos un cierto nivel de madurez tecnológica, hay 9, y nosotros vamos entre el 2 y 3 por lo que haremos las pruebas para que llegue al nivel 9, por lo que vamos utilizar el laboratorio de propulsión espacial y termo vacío, el cual es parte del Laboratorio Nacional de Ingeniería Automotriz que tenemos en Juriquilla”.
Una vez lograda la patente, para el siguiente año esperan desarrollar el propulsor, realizar todas las pruebas para llegar al Nivel 9 y que pueda ser accesible a empresas e instituciones.
“Este logro representa un esfuerzo de mucha gente, de varias tesis de licenciatura, de maestría, hay muchos proyectos y viajes detrás, en una idea que inició en el 2013 y el tema de la patente se puso en marcha en el 2018”, recordó el doctor Ferrer.
La UNAM es la única institución en México con desarrollos de ingeniería de propulsión para satélites, muy distintos a los esfuerzos de sistemas cohetes, que ocupan combustión. Mientras otras empresas e instituciones nacionales buscan elevar cohetes, en el Campus de Juriquilla ya trabajan para propulsiones en el espacio.
“En 2018 se inscribió la patente y en 2019 el proyecto ganó el premio de la mejor patente que otorga la UNAM, entre 52 patentes que participaron, un reconocimiento a un desarrollo a nivel local y viable. La patente conseguida representa uno de los primeros esfuerzos en el país de generación de tecnología de propulsión espacial con talento mexicano”, comentó el investigador.
Existen varios tipos de propulsiones espaciales, pero el objetivo del doctor Ferrer y su equipo era hacer un propulsor de efecto hall, el que tiene la teoría más amplia reportada.
“Esta teoría se desarrolló para un satélite más grande y ahora estamos diseñado propulsores para el Cube sat o nanosatélites, para desplegar con el propulsor a los puntos donde se necesite el satélite. Lo va a empujar de un punto A a un punto B”, explicó así
la motivación del proyecto cuya misión de origen es poder captar las columnas de gases contaminantes sobre ciudades grandes.
Los otros integrantes del equipo son Carlos Romo Fuentes, Rafael Guadalupe Chávez Moreno, Saúl Santillán Gutiérrez y Ernesto Reynoso Reyes.
Uno de los grandes retos fue el seguir generando el laboratorio para poder probar el propulsor en México y no tener que ir al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) a realizar las pruebas.
“Hoy no sólo buscamos desarrollar los subsistemas, también la infraestructura para hacer las pruebas en México, lo que nos llevó en 2014 proponer a Conacyt la creación del laboratorio nacional de ingeniería espacial y automotriz que está en Juriquilla, además de contar con el laboratorio de propulsión espacial y termovacío”, explicó el doctor Jorge Alfredo Ferrer.
La intención también es integrar el propulsor al satélite Quetzal para que se mida la columna de gases contaminantes, lo que es una gran aplicación social y sumar al clúster Querétaro, para pasar del sector aeronáutico al aeroespacial.
Cada vez será más común el lanzamiento de nanosatélites, muchos de ellos impulsados por el propulsor desarrollado en México, en la UNAM, en Juriquilla.