Entre 1968 y 1988 creó 43 puestas escénicas –sin contar montajes para el teatro Blanquita, o telenovelas para sobrevivir. Se fue con 44 años, un 19 de septiembre. La comunidad lo quería por su bonhomía y talento. Julio Castillo es parte de la pléyade de directores que hicieron el teatro desde los 50 hasta los 90 (Héctor Mendoza, Juan José Gurrola, Ludwig Margules, José Luis Ibáñez y Juan Ibáñez; más tarde, Luis de Tavira). Gabriel Pingarrón escribe una biografía del director del inolvidable montaje, De la calle, en un libro imprescindible: Todo es teatro. La vida en el arte de Julio Castillo, inconseguible, necesario para entender aquellos años. ¡Ojalá lo vuelvan a editar!
Pingarrón delinea el universo del artista: su origen humilde (una vecindad del Centro Histórico); la influencia de la abuela por su amor al arte; el encuentro con Héctor Mendoza en 1964, que lo lleva como actor en La buena mujer de Sezuán, de Brecht; vínculo maestro y alumno que no se rompió jamás (“quiero un chingo a Héctor”). Después vendría su primer realización, Cementerio de automóviles, en 1968, hasta aquella obra de 1988 –Delia Casanova brillaría con luz propia–, Dulces compañías, de Óscar Liera. Junto con De la calle, sus últimas obras. Se cerraba la etapa de un director que –salvo teatro comercial por dinero–, la estela de Julio Castillo sale libre de polvo y paja, sin los desplantes de un Gurrola que se siente genio y en realidad no todo lo que hizo tiene el valor que él cree en sus Memorias, escrito por Alegría Martínez.
La historia escénica es lo más borroso que existe en el arte. Sin memoria no hay forma de entender el pasado. Aquel momento concluyó hace décadas. Y sigue pesando en los nuevos creadores escénicos, buenos, pero poco cohesionados como lo logrado por aquellos directores. Mauricio Jiménez, un actor de De la calle, hoy director prestigioso, increpa a Julio Castillo a gritos: “¡yo te voy a superar! ¡Voy a ser mejor director que tú! ¡Te voy a demostrar que soy más chingón! ¡Vas a verlo!”, escribe Pingarrón con la réplica del director: “Ojalá puedas lograrlo”. Muchos, hoy, no han trascendido a Julio Castillo y sus contemporáneos: tienen en su contra que el teatro no es toral en el mundo del arte…