Capítulo VII
Aceptar
María Lorenda Duque de las Casas marquesa de Salamanca lleva por primera vez a su esposo a conocer los pasadizos que existen por debajo de la ciudad de violáceos atardeceres, aquellos intrincados laberintos que permitieron alguna vez que su padre Don Fernando tuviera el poder y la avaricia suficiente para lograr retribuir su negocio de prestamos de monedas de oro ¡Con la salvedad de que victoriosos o vencidos podían hacerse del apoyo! Ahora están vacíos, una trampa armoniosamente planeada por el ejército del Norte comandado por el general Mariano Escobedo hizo de la perdición del total de las arcas, varios intentos de rescate, búsqueda incansable, muertes por la causa tienen emocionalmente a María Lorenda devastada. Por un lado, la atención de haberse atrevido a salir de la ciudad y buscar por todos los lugares posibles indicios propios del final de su tesoro, sus hombres leales le han dado varias pistas, pero ninguna en verdad consolida el destino final del preciado metal ¡Aventuras interminables le han sucedido! Por el camino de Tierra Adentro se complacen las cantinas y bebederos de leyendas de tesoros escondidos por soldados ¡Ninguna ha dado resultado! No le ha quedado más el último de sus intentos en mostrarle a su joven esposo Marqués de Salamanca como era el mecanismo para lograr ingresar a las bóvedas.
Le contó de aquel suceso en donde varias trampas acorralaron a los invasores durante el sitio de ahorcamiento de la ciudad, en el cual ¡Un pelotón ingreso a las bóvedas! Costándoles la vida misma y solo salvándose el general Escobedo; contó de los festines ataviados en tales pasadizos ¡Ocasionados por el aburrimiento de algunas familias! Que deseaban fingir que no sucedía nada; cuando despojaron de su libertad a su madre ¡Fue torturada para que lograra decir las formas y los secretos de ingreso a los pasadizos! Ella hábilmente escapó, pero después en un intento de recuperar el metal fue puesta en una emboscada en los patios de conjunto conventual de San Agustín ¡Perdiendo ahí la vida! Haciendo que desde ese momento su padre en crisis mortal perdiera el sentido y la noción del tiempo. La aflicción de María Lorenda era visible ¡Derrotada y cabizbaja le muestra los procesos para lograr hacerse del ingreso a las bóvedas! El Marqués pone atenta observación a los procesos, mide y memoriza cada uno de ellos ¡Como en un libro imaginario va escribiendo cada pauta! La joven Duque de las Casas se mantiene tristemente alerta ¡Hubiera sido otros tiempos en donde las bóvedas lucían pletóricas! Ella misma seduciría a su esposo en juegos y arrumacos para darse la fuerza presuntuosa de mostrar el destello del astro mineral ¡Pero ahora su felicidad apenas pone la belleza que dispone la chica!
El Marqués de Salamanca es un joven mancebo de enamoradizos vaivenes, que conquistó el corazón de la chica gracias a que la encontró en el momento de mayor debilidad ¡No solo para cortejarla y tal vez lograr sus fantasías! Sino el de encontrar en ella el candor de una estirpe de un negocio al que desea ingresar – tiene los arreos suficientes en todos los sentidos – el de saber como se cuidaba tal cantidad y de la manera en que nadie se diera por enterado, aunque si fue necesario todo un sitio de ahorcamiento militar de una ciudad para lograr un saqueo de estas magnitudes ¡Habrá que ver ante que poder se está uno enfrentando! Y eso es digno de analizarse. María Lorenda lo introdujo a la última de las bóvedas ¡La de mayor amplitud! En donde de manera ordenada se observan vestigios del saqueo y de la prontitud de sacar el tesoro ¡Aún en su mirada se observa la fatalidad de perder el preciado metal! Insistencia que el Marqués de Salamanca atesora en sus pensamientos. Tomó de la mano a la joven y la sentó en uno de los resquicios que en otrora tiempo soportaba uno de los pesados baúles de las monedas que por característica ¡No tienen cruz ni cara solo el canto grabado!
-Siéntate amada esposa, anda, ocupa el sentarte cercana a mí ¡Cuéntame que en extremo me atiendo! ¿De dónde salía todo el oro que poseían? Sabemos de antemano que estas tierras antiguas de la Nueva España y a su liberación como una libre tierra de las américas el oro no era en especial el metal del total de las minas de Camino Real ¡Solo la plata ocupaba ese candor comercial!
María Lorenda sin ánimo solo levantaba su hombro en señal de no contestar.
-Dime mi hermosa amazona, el origen del oro que llegaba me cuentas era ancestral ¿Cuál era el comienzo de esta gran cadena?
La joven trataba de ver brillar su memoria.
-¿No acaso pusiste el total de tu corazón en el preciado metal haciendo el devenir de tu madre por rescatarlo y de la perdición de tu padre en sus memorias fallidas? Contéstame – le tomó el rostro y trató de obtener un brillo, María Lorenda se levantó y se quitó su pesado vestido, quedando solo en el vestir primario, se calzó sus botas bien firmes y tomó de la mano a su esposo, los dos caminaron por un pequeño pasadizo en donde solo cabe una persona, llegaron a un salón de dos puertas, indicándole la joven que no se acercara a la segunda puerta o podría caer en un foso de agua ¡Que vaya que lo llenaría hasta la cabeza! La segunda puerta se abrió cuando ella metió la mano a un cuadro con una figura de gárgola, se inclinó de más y activó el mecanismo que abría la puerta.
¡El asombro del joven fue mayor! Hermosas tallas de madera estofada en oro ¡Máscaras funerarias de entierros ancestrales de faraones egipcios! Impregnadas de azules brillos y rojos intensos ¡De valor incalculable! Ahí había todo un tesoro en monedas de oro ¡Por miles se contarían! Bloques del tamaño de un ladrillo pero del valioso metal, pequeñas barras del tamaño de una mano del fundido áureo ¡El Marqués de Salamanca no entendía! Se acercó para que la leve luz que entraba por las ventanas superiores le dieran tono a lo observado ¡Sus ojos corroboraban lo atendido! Un tesoro por miles de piezas de diferentes magnitudes.
-Esto que ves joven esposo es lo que queda de lo magnificente de piezas que contábamos ¡Mis hombres cuentan que es solo una octava parte del total! Una reserva de metal que levantaría por completo a la patria que apenas vislumbramos ¡No excedo mis deseos por lo que se me quitó! Ni la muerte de mi madre por el cambio a tono ¡La pérdida de las memorias de mi padre por recuperarlo! No, el metal no me hace falta ¡Es la intención! La simple manera de que fueron ultrajadas mis entrañas, hombres asesinos se hicieron sin misericordia del metal dejando una barbarie de muerte a su paso ¡No les importó nada! Solo el cegante fulgor del metal ¡No he perdido nada se me ha robado lo principal! Mi paz.
El joven Marqués se acercó y la tomó en sus brazos, ella sollozaba vencida por la carga, todas las personas creían era fuerte y se apoyaban en ella, pero ¿En quién se apoyan los grandes? Los que están en la cúspide de la cadena de poder ¿En quien? La cima es solitaria y llena de desafíos ¡Una brumadora soledad come la razón!
-Vamos mujer, llora todo lo que tengas, no guardes nada para después, toma tu lugar y una vez que termines ¡Libera todo lo que tengas en una estrategia! Ideemos para lograr hacernos de lo perdido que por magnitud y conciencia creo que les haya sido difícil hacerse de un largo viaje para esconderlo ¡Debe estar cerca amada mía! Solo es cuestión de que pongamos atención a lo ocurrido – el joven Marqués de Salamanca le mostró una de las monedas que el secretario del ayuntamiento le había obtenido a bien de pago del circo que llegó a la ciudad, le explicó que un grupo de saltimbanquis por unas monedas – no importando el valor de ellas -se ven en el malabar y equilibrio para satisfacción de quien paga y que, a causa de ser cierto, mientras todo el público observa ¡Pasan cuidadores entre ellos para hurtarles los bolsillos!
-Esta moneda seguro uno de ellos la extrajo de alguien que tiene el tesoro, solo es cuestión de que nos digan la última vez que estuvieron en qué lugar y de dónde la obtuvieron ¡Simple cuestión de entrevistarlos! – indicó el joven Marqués.
-¡Magistral! – María Lorenda le respondió mientras observaba la moneda – en efecto es de las nuestras.
Como por un hechizo la joven Duque de las Casas tomó hacia la parte de arriba de los laberintos y entraron a el cuarto de los prestamistas, una vez obtuvo el libro le mostró a su esposo el proceso.
-Cada moneda al no tener cara o cruz tiene un grabado en el canto, eso nos indica el número de golpes que le colocamos ¡Así sabremos a quien se le prestó! Aunque ellos tienen la libertad de fundir o hacer con el metal lo que deseen ¡En el peso de lo que nos pagan está el equivalente para darles por pagado el préstamo! Pero para distinguir una moneda de otra ¡Cada baúl tiene marcas que los diferencian! Esta moneda es del préstamo… -hablaba mientras buscaba en las hojas recientes – ¡No puede ser! -palideció la joven – ¡Es del monto prestado al emperador Maximiliano! – al desatino le vino un mareo y le dio el libro al esposo para que corroborara.
El libro establecía que las monedas prestadas al ya fallecido otrora fallido emperador Maximiliano tenían en el grabado de la moneda al canto cuatro golpes de línea – señal idéntica a lo indicado en las características- el saltimbanqui deberá darnos mayor información. Se alistaron y salieron con rumbo al área del circo. Una suntuosa carpa colocada en el pequeño solar debajo del colegio civil de la ciudad vislumbra que apenas hacen los arreos para que, por la tarde noche, comiencen las actividades, desde simples malabares a las afueras de la carpa, pasando por espectaculares actos de hechicería como cortar en dos a una dama o desaparecer en un baúl y en el final una bruja lee el futuro a los incrédulos.
-¡Tantas personas debieron haber visto algo diferente! Como una persona distinguida o algo parecido -le platicaba María Lorenda a su esposo el Marqués de Salamanca mientras el cochero daba camino hacia el circo.
-Hemos llegado.
Tanto al marqués como su esposa saben que antes de cualquier función un circo no está al tanto de recibir a nadie, por el escrupuloso momento de que “se perdería la magia” si ven a los actores antes de la función, así que raudos con sus hombres se hicieron de la captura del encargado – previa designación del secretario del ayuntamiento con santo y seña de sus particulares – ¡El circo entró en un total alboroto! Unos quisieron intervenir, pero los hombres de María Lorenda les hicieron el alto, los más sorprendidos solo hicieron mutis a lo visto.
Una vez tuvieron al encargado fueron claros, en especial la Marquesa.
-Sabemos de verdad estrecha que se hicieron de esta moneda en algún lugar cercano de aquí -mostrándole la pieza – es solo cuestión de que nos digan ¿Qué tan acertados estamos en esto? – hablaba mientras jugaba con la daga de su propiedad, pasándola entre sus dedos con agilidad – decidme, amigo cirquero ¿Estoy en dicha la verdad sea?
-¡Esto es una desventaja y atropello por parte de ustedes! Nos ganamos el dinero honradamente ¡Es solo un falso que ustedes levantan! – indicó el astuto saltimbanqui.
-¡Bueno pues es solo cuestión de ver la magia que hacemos nosotros!
Uno de los hombres de María Lorenda tomó uno de los cuchillos que le acompañan y se acercó al cirquero para tomarle de una oreja, con la simple intención de cercenarle…
-¡Parad! Parad… os contaré de dónde la obtuvimos.
Continuará…