El 10 de mayo de 1987 es una fecha que quedó marcada en la historia del futbol de Querétaro y no se refiere a un tema de triunfos o a la obtención de algún campeonato, como es común en la historia de Gallos Blancos tiene que ver con la tragedia, con el más triste de sus episodios.
El accidente en que perdieron la vida tres futbolistas de Gallos Blancos: Gerardo Orona, René Montalvo y Agustín Jiménez fue recordado por Álvaro Rico, decano del periodismo deportivo en Querétaro, quien estuvo presente en ese momento y calificó a ese lamentable accidente como la más grande tragedia del futbol y el deporte en el estado de Querétaro.
“Recuerdo que cuando Gallos Blancos tenía el ascenso en sus manos luego de empatar a cero goles con Correcaminos, allá en Ciudad Victoria viene el accidente”.
Álvaro Rico comentó que en aquel entonces, después del accidente, ya se había negociado que ambos equipos ascendieran, a través de los oficios de José de Jesús Ramírez, presidente en aquel entonces de la Segunda División, pero al final no se logró, se llegó a un tercer partido en el Estadio Azteca en el que Gallos Blancos perdió en penales contra Correcaminos de Tamaulipas.
El cronista queretano comenta que desde siempre Gallos Blancos ha vivido momentos complicados y penurias, esta es una de las razones por las que su nacimiento surgió de color blanco.
“El color blanco no es casualidad, cuando surge el equipo no había dinero para uniformes y deciden comprar en un mercado los playeras y calzoncillos blancos, eran más baratos y fáciles de conseguir”, rememora Álvaro Rico.
Aquella noche del 10 de mayo de 1987, cuando muchos queretanos descasaban en su cama y soñaban con llegar por vez primer al Máximo Circuito del futbol nacional, al despertar descubrieron que el sueño se convertía en pesadilla.
En el kilómetro 67 de la carretera que conduce de la ciudad de Matehuala a San Luis Potosí se presentó la tragedia.
Algunos jugadores comentaron hace 35 años que kilómetros antes del suceso el conductor del camión intentó rebasar a un automóvil sin conseguirlo, insistió una segunda vez sin lograrlo y en una tercera oportunidad el camión derrapó y volcó, lo que ocasionó que los jugadores Gerardo Orona, René Montalvo y Agustín Jiménez salieran de la unidad con la mala fortuna de que el camión les cayera encima.
Como siempre estuvo la afición, esa que es leal en toda época y momento. Los primeros en prestar auxilio fueron los aficionados del equipo que venían también de regreso con la esperanza de lograr el anhelado ascenso en el Estadio Corregidora luego de lograr un empate 0-0, pero al ver el accidente lo urgente era salvar vidas.
Tras ese domingo 10 de mayo, cuando el estado tenía alrededor de 800 mil habitantes y la ciudad casi medio millón de personas, la capital se despertaba con la noticia de que el equipo Gallos Blancos no arribó a la ciudad, que habían sufrido una accidente, con un saldo de tres jugadores muertos y varios heridos.
El periodista Iván Torres Lechuga narra en su libro Estadio Corregidora 25 años de Historia que Agustín Jiménez, Gerardo Orona y René Montalvo fallecieron instantáneamente y varios jugadores quedaron heridos severamente, los cuales fueron atendidos en San Luis Potosí.
“Conforme avanzaban las horas se supo que el director técnico Luis Alvarado tenía una grave lesión a la altura del abdomen, Joel Anguiano tenía traumatismos graves, el “Cachito” Alvarado se había roto los dedos de una mano y otros más salieron con rasguños leves”.
El 12 de mayo la ciudad de Querétaro se paralizó para despedir a sus tres jugadores fallecidos, ante la consternación y el dolor, acompañaron a las carrosas hasta el panteón municipal, luego de la realización de una misa multitudinaria en la Iglesia del Rayo.
A pesar de esta difícil situación que vivió el equipo queretano, el encuentro de vuelta se llevó a cabo en el Corregidora. Ante un lleno impresionante se jugó el partido de vuelta el 20 de junio, para dar tiempo a la recuperación del plantel, pero el equipo estaba tocado en el ánimo de manera profunda, según comenta Álvaro Rico.
El partido, que fue pitado por el árbitro Edgardo Codesal, de nueva cuenta terminó empatado por lo que se tuvo que disputar un tercer juego para definir al equipo que ascendería a la Primera División en el Estadio Azteca, drama que siguió hasta la serie de penales y en la que los Correcaminos de la UAT consiguieron la victoria el 23 de junio de 1987.