La intención actual de migrar hacia el norte no tiene precedente. La guardia fronteriza de Estados Unidos registró 1.7 millones de episodios de encuentros con inmigrantes irregulares en su frontera sur en el último año fiscal, el mayor número del que se tenga registro. La patrulla fronteriza detuvo a alrededor de 220,000 migrantes en el mes de marzo, la cifra más alta en los últimos 20 años.
México ha insistido en formular un programa conjunto para promover condiciones de desarrollo en Centroamérica y la frontera sur. En tanto, la administración del presidente Joe Biden expresó que las causas de la migración se deben atender de manera integral. El mandatario estadounidense envió al Congreso un proyecto de ley que contemplaba regularizar a 11 millones de migrantes y combatir el tráfico de personas, revertir la disposición excepcional de expulsar a personas migrantes por temas de salud pública (Título 42), gestionar de manera eficiente las solicitudes de asilo y proporcionar un paquete de ayuda de 4,000 millones de dólares para los países centroamericanos. Adicionalmente, la vicepresidenta Kamala Harris anunció una inversión privada por 1,200 millones de dólares en la región en los próximos años.
Sin embargo, los recursos prometidos no llegan y el flujo migratorio no se detiene. El programa Quédate en México para solicitantes de asilo está bajo valoración de la Corte Suprema estounidense, ante una apelación del presidente Biden al fallo que decidió mantenerlo. Por otra parte, la fecha de término del Título 42 es incierta, pues un juez extendió por unas semanas su permanencia. La Secretaría de Seguridad Nacional de ese país señaló que se prepara para enfrentar un escenario en el que el número de detenciones diarias llegue a 12,000 e, incluso, a 18,000. Además, ante la creciente tendencia en los intentos de cruce en la frontera, el secretario de Estado, Antony Blinken, afirmó que se buscará que los países que sirven de tránsito a migrantes, como México, tomen acciones para evitar la movilidad y el tránsito hacia el norte.
La migración es ya un tema de discusión hacia las elecciones intermedias en Estados Unidos. El ala más progresista del Partido Demócrata pide respeto a los derechos humanos de personas migrantes e insinúa que la unidad del instituto político estaría en riesgo si el presidente no cumple con sus promesas de una reforma integral migratoria. Los republicanos argumentan que el problema se puede salir de control tras el fin del programa Quédate en México. De hecho, el asunto migratorio ya se empezó a utilizar como línea discursiva, tanto por el expresidente Donald Trump como por el gobernador de Texas, Greg Abbott.
Se espera que en la próxima Cumbre de las Américas —a la que México insiste que se invite a todos los países— se incluya la discusión sobre los “motores de la migración irregular” y vías para atenderla. La cooperación con nuestro país es clave en este tema, no sólo porque nuestras y nuestros connacionales siguen intentando llegar a la frontera norte, sino porque somos un país de tránsito, y cualquier solución debe ser integral. Este enfoque se comentó en la llamada entre mandatarios de México y Estados Unidos en días pasados. En tal sentido, cobra importancia el viaje del presidente López Obrador a Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice y Cuba.
El Gobierno de México ha persistido en que se deben generar oportunidades de desarrollo para la población en las comunidades de salida, y también diseñar vías legales para empatar oferta con demanda laboral; asimismo, convoca a que el vecino del norte cumpla sus promesas de financiamiento del desarrollo en la región. Para caminar hacia nuevas propuestas, se llevará a cabo en Honduras una conferencia internacional en la segunda mitad del año.
La dirección del camino es correcta: atender las causas de raíz, promover inversión conjunta y fortalecer la cooperación para el desarrollo. Sin embargo, sin una reforma integral será muy difícil enfrentar los patrones de llegada. Mientras existan asimetrías en las oportunidades para las personas o condiciones de violencia que les obligan a huir, no disminuirán los intentos para buscar condiciones de vida mejores y más seguras. Vale la pena seguir trabajando para que cada migrante reciba un trato justo y humano.
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