Después de la derrota del presidente en su propósito de reformar la Constitución en materia de energía eléctrica, acusó a la alianza “Va por México de ‘traición a la patria’. Diligentes sus huestes cavernarias, repiten en redes sociales esa acusación sin fundamento alguno. Nombres y rostros aparecen como los mexicanos más despreciables. La bravata de López no debería extrañarnos. Su historial lo dice todo. Es así. Más que un jefe de Estado se exhibe como un bravucón de barrio. Lo más interesante es ver como aquél ‘todo poderoso’ que exigía que no se cambiaría ni una coma a sus propuestas, hoy resulta vulnerable a quien sólo le queda gritar, colérico, y vengarse con una palabrería peligrosa para gobernabilidad de este país.
En realidad, no hay traición alguna, si nos apegamos al artículo 123 del Código Penal Federal que establece quince causales de traición, pero en ninguna de ellas aparece votar en contra de sus lacayos morenistas. ¿O acaso la alianza opositora está reclutando gente para hacer la guerra con la ayuda y protección de un gobierno extranjero?, ¿o está proporcionando dolosamente y sin autorización en tiempos de paz o de guerra, a persona, grupo o gobierno extranjero, documentos?. Si revisamos las quince causales, nada encontraremos. Lo único que hay es un voto contrario a la voluntad del otrora poderoso señor que simplemente se le dan señales que, como en cualquier democracia se puede ganar o perder en el seno de las deliberaciones parlamentarias. Lo demás son tentaciones autocráticas que devienen un linchamiento moral a sus adversarios.