Hablamos metafóricamente del Caldero, al menos por dos razones, la primera que se refiere a que ahí podemos verter una serie de ingredientes, temas, cuestiones, visiones y hasta posicionamientos, mientras que la segunda advierte del calor o temperatura que exhibe, misma que es necesaria para lograr la mezcla de los ingredientes depositados. Así tenemos, que en la última temporada, como si fuera una serie, se han agregado al Caldero la reforma energética, en la que unos señalan el dulce sabor de la victoria al haberla detenido por votos en la cámara de diputados, y otros, le encuentran un toque salado, pero pasadero, ya que tienen un simple remedio compensatorio para no dejar el producto muy salado, entonces se valen de la decisión de la Suprema Corte de Justicia con respecto a que el conteo es correcto y por ende, no hay inconstitucionalidad de la Reforma a la Ley de la Industria Eléctrica aprobada por el Legislativo por mayoría, que en resumen contiene el sabor y aroma de la reforma constitucional.
Igual cabe en el Caldero Ambiental, todo lo relativo al Día de la Tierra, en donde se arrojaron pétalos de rosas, claveles multicolores como muestra de empatía, no obstante, que el agregado de ingredientes traídos y sumados por empresas, ciudadanos y todo mundo, son, totalmente tóxicos, dañinos, y de alto impacto que sobrepasa el empacho, las agruras y malestar estomacal, y que simplemente con olerlo, ya adivina uno que la tendencia, una vez consumido, no será nada bueno, pues contiene contaminantes químicos, altas emisiones de gases, composición de microplásticos, exceso de envases, supresión de polinizadores y una larga lista más.
Por otra parte, el Caldero se observa pobre en cuanto a caldo, pues el agua ahora ya es un factor de escases en algunas partes del territorio, aunque se diga en la receta suplementaria del chef de Conagua, que no es tan grave como algunos dicen, y eso les provoca cierta tranquilidad los estados del sur y sureste, sobre todo Chiapas, que no les vayan a vaciar su agua para llevarla a otra comida y en otro lugar. Mientras, le lloran los ojos a los norteños de Nuevo León, por la decisión cebollera del gobierno federal, de no reconocerles la sequia como una emergencia, pues dicen que ellos mismos la provocaron y no es producto de una situación hidrometereológica (baja o nula precipitación). Situación muy común, cuando alguien en la comida no le alcanza o siente que es muy poco lo que le sirvieron de acuerdo a su expectativa, llora y hace berrinche, pero así se quedará porque el Caldero Ambiental también tiene límites.
Y ni que hablar del cambio climático, o lo que es lo mismo, el combustible del Caldero, porque en el espacio cocinero ya hay una humareda tremenda, que nos esta ahogando y según dicen los especialistas del Panel Intergubernamental, que son los que saben y producen escritos, el tiempo para desalojar el humo ya se nos acabo y lo peor, es que el humano insiste en continuar con esa hoguera.
Finalmente, aunque quede un mínimo espacio en el Caldero Ambiental, le agregan, y quizá con eso se derrame, el tema del declive de la biodiversidad y en particular, en los patios urbanos de la ciudad, a pesar de hay quienes se quejan, que el sabor, ya no es como antes, es decir basado en frutas y hierbas locales, sino ahora, como producto del desconocimiento, la ruptura dela trasmisión del saber y también, de la globalización y rentabilidad económica y para verse más internacionales, se han introducido al caldero, especies exóticas, que han provocado el enojo y desaparición de productores y productos locales.
Al Caldero, sólo le hace falta colocarle un letrero que no diga, prohibido el paso, sino que diga…………… justo lo que usted está pensando.