“La dirigencia de Morena anunció (La jornada) que, a partir del domingo (24), distribuirá carteles con nombre, foto y partido de los diputados que votaron contra la reforma eléctrica”.
Más allá de la indiscutible torpeza intelectual de Mario Delgado y su segunda en el aparato burocrático de Morena, Citlali Hernández y hasta la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum (entre otros más, menos relevantes), cuyas decisiones jamás las toman ellos, pues son simples peones de la mente maestra del movimiento, la estrategia de exhibir a quienes hayan votado en contra de la reforma constitucional en la Cámara de Diputados, exhibe la “nazificación” en el “pensamiento” del gobierno. Y no es la primera vez, como veremos. A este paso, pronto, el “carinnbo”.
“…El “carinnbo” indígena fue, como el de los negros, una marca a fuego sobre la piel (en el rostro o las piernas) para identificar “legalmente” la condición de
esclavo de quien lo llevaba y facilitar su recuperación en caso de huida. La
Corona trató de frenar el abuso de carimbar a indios que no eran legalmente
esclavos ordenando hacerlo ante los oficiales reales y cuando se cobraba el
quinto o 20% del valor del esclavo para el monarca… (Manuel Lucena, Universidad de Alcalá)”
“Estos son, estos son los que roban a la Nación”, gritaban en las marchas de la izquierda pendenciera antes de convertirse en el gobierno pendenciero. Pero ahora tienen el abrumador peso del gobierno y sus armas favoritas la impunidad y el abuso.
Hoy nos llevan a la Europa del surgimiento nazi fascista. Leamos los apuntes de Yad Vasehm y un poco del pasado sudafricano. Dos casos terribles de segregación, esencialmente iguales en su animosidad excluyente.
Veamos:
“(Estrella amarilla) …Señalización que los judíos se vieron obligados a utilizar durante el Holocausto, para su identificación como tal, como judíos.
“Los alemanes utilizaron dichas señalizaciones, a menudo en forma de estrella de David amarilla, para hostigar y aislar a los judíos. De esta forma, pudieron crear una gran brecha entre los judíos y el resto de la población. En ocasiones, otros opositores de los nazis también se vieron obligados a usar insignias especiales. La inspiración de los nazis para este distintivo judío procede de la Edad Media, época en la que, tanto en tierras dominadas por los musulmanes como en aquellas por los cristianos, se decretó que la minoría judía debía utilizar prendas de ropa distintivas para diferenciarlos y avergonzarlos por ser diferentes.
“Reinhard Heydrich sugirió por primera vez el concepto de las marcas identificativas judías tras el pogromo del 9-10 de noviembre de 1938 (Kristallnacht – Noche de los Cristales Rotos). En septiembre de 1939, después de la invasión alemana de Polonia, los nazis decretaron que los negocios judíos deberían llevar una marca distintiva. Poco después, el jefe del Gobierno General (Generalgouvernement), Hans Frank, ordenó que se marcara a los propios judíos: todos los judíos mayores de 12 años debían emplear brazaletes blancos, de al menos 10 cm. de ancho, con la inscripción de una estrella de David azul. A partir de entonces la idea se extendió a todo territorio ocupado por los nazis.
“Los judíos eran los encargados de comprar y distribuir las señales distintivas. Si un judío era atrapado sin dicha señalización, era multado, encarcelado o fusilado. En algunos guetos, a ciertos grupos se les dieron diferentes marcas identificativas para señalarlos como especiales entre los judíos”.
¿Querría Mario Delgado, en dueto desafinado con Citlali, llegar al extremo de marcar a los opositores? La exhibición es la primera fase.
En el fondo esta es una actitud discriminatoria profunda. Una división biliosa a la cual sucede, inevitablemente, una segregación. Pronto no podremos circular por la misma banqueta de los elegidos de Morena; tendremos el arroyo como vía, como hacían los “coletos” con la población indígena de Chiapas.
Pero entre todas las expresiones para respaldar y justificar este atropello indigno, sobresale (¡cómo no!) la de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
“… Claudia Sheinbaum Pardo (El financiero), expresó su apoyo a la campaña de Morena para exhibir a los legisladores de la oposición que votaron en contra de la reforma eléctrica impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que son “traidores a la patria”.
“Son traidores a la patria, el tema aquí de fondo es que no se votó cualquier cosa en el Congreso de la Unión con la reforma eléctrica. La decisión de los legisladores fue, o sigues apoyando a las empresas trasnacionales, o apoyas la soberanía nacional”, dijo Sheinbaum en conferencia de prensa.
“Además, aseguró que lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador planteó fue que se mantuviera el 54 por ciento de la generación de electricidad de CFE y el 46 por ciento para las empresas privadas, pero que los miembros de la oposición decidieron fortalecer a las transnacionales frente a la soberanía nacional, “así lo vemos nosotros”, dijo”.
Considerar “traidores a la patria” a quienes no comparten un diagnóstico nacional, una ideología (si la hubiera) o una estrategia o viven en uno de los dos campos en los cuales la división nacional los ha arrinconado, no es una traición a la patria. Al menos no hay ley sobre la cual se sostenga tal acusación. No es delito. Es un acto de libertad. Votar o no votar.
Además, eso lo sabe cualquiera (hasta ella), la Constitución (Artículo 61) es clara: los legisladores son inviolables por sus opiniones en el ejercicio de la representación, Y un voto es una forma definitiva de convertir la opinión en expresión parlamentaria. Votar en contra o a favor de cualquier cosa no puede ser un delito.
Y sobre la segregación consecuencia de la exhibición esto se puede recordar:
“– ( Enuga S. Reddy).- El Partido Nacional, que llegó al poder en Sudáfrica en 1948, hizo del “apartheid” una política de Estado y propugnó la perniciosa ideología de que personas de origen racial diferente no podían convivir en igualdad y armonía”.
Hoy Morena construye su propio apartamento.