Ya viene el Día del Niño y para presumir que se les atiende, autoridades estatales, municipales y organizaciones sociales, se preparan para obsequiarles dulces, juguetes y tomarse la foto entregándoselos. Con ello sienten que cumplieron, pasan la factura a la oficialía mayor o contador correspondiente y vámonos a preparar los sartenes y mandiles para el día de la madre. Si el niño juega con el juguete, se le poncha la pelota a la primera patada o se atraganta con el dulce, ya no es asunto que interese ver a quién se lo regaló, igual que no ven, sobre todo las instancias gubernamentales, el lastre que arrastra y hasta hunde a los niños y niñas de nuestro país.
Hace unos días el presidente municipal de San Miguel Allende dijo que en esa ciudad se identificó a un grupo de mujeres que alquilan a sus hijos por cien pesos diarios. Lamentablemente en Querétaro, sobre todo en ciudades y pueblos turísticos también hay este tipo de explotación infantil, pero no hay autoridad que se percate de ello aunque sus explotadores los estén vigilando a unos cuantos pasos.
Cifras oficiales indican que a nivel nacional, ocho de cada diez niños sufren todos los días algún tipo de violencia y acoso escolar, en escuela, hogar y cibernético. El abuso es difícil detectar porque niños y adolescentes afectados callan por temor a sufrir más. Que 6 de cada 10 niños y adolescentes sufren métodos de disciplina violentos por parte de sus padres, cuidadores y maestros, tanto en sus hogares, en casas que los dejan encargados, escuelas y en la calle. Padres y cuidadores se ensañan principalmente con niños menores de 5 años llegándoles a dañar seriamente y hasta ocasionarles la muerte; los de entre 6 y 11 años padecen en mayor número de castigos corporales por abuso de maestros y adultos y humillaciones y bullying de sus compañeros, por lo que también sufren y se ven excluidos por rumores, chismes y amenazas. Los adolescentes padecen en el ámbito escolar y 8 de cada 10 sufren agresiones físicas y violencia sexual en la vía pública.
Que un niño maltratado será un adulto maltratador o violento no es sentencia, muchos adultos al contrario se educan y empeñan en eliminar esa herencia, pero que un menor maltratado sufra secuelas físicas y emocionales graves si es definitivo. Unos se estancan en su desarrollo, otros sufren daños físicos que van desde la desnutrición hasta los que dejan marcas como cicatrices, quemaduras, y muchos de ellos daño neurológico permanente. Algunos son inducidos, incluso por sus padres, a la ingesta de bebidas embriagantes o drogas. Otros, niños, niñas y adolescentes serán afectados por abuso sexual que va desde manoseo hasta violación y hasta prostitución o como se ve a plena luz del día, explotación laboral proveniente del alquiler de menores, exponiéndolos con ello al embarazo de niñas y adolescentes y al reclutamiento de grupos delictivos que muchas veces acaba con la muerte. El año pasado se registraron 994 homicidios dolosos entre niños de cero a diecisiete años y de éstos 728 fueron asesinados con armas de fuego. Estos datos son apenas una muestra del estado de la niñez en México y Querétaro es parte de ello y de la ceguera e indolencia para abordar seriamente el problema.
Es bien sabido que los adultos cobardes al no tener valor de enfrentarse con los de su rodada lo hacen con los niños, sabemos qué hay madres o mujeres permisivas que se hacen de la vista gorda ante el abuso de sus hijos, que hay personas que usan su autoridad o superioridad para someter a su antojo a los menores, que muchos de los niños que huyen de esa atrocidad sólo van a caer en peores redes de explotación, ahí sí, de niveles inimaginables, lo que no se sabe es qué hacen las autoridades para impedirlo, corregirlo, castigarlo. Lo único que se ve de vez en cuando es el festejo con payasitos y risas pasajeras y los informes de las encargadas del apoyo a la niñez, entre suntuosos ramos de flores, pero sin medidas trascendentes y sin transparentar qué hacen para evitar que miles de miles de niños sean los parias de la sociedad. Acabamos de ver el triunfalismo de algunos políticos, de cuyo poder se enorgullecen al unirse con algún propósito, ojalá que con el mismo ímpetu se unan para defender a los niños con acciones concretas. Al tiempo.