Los sucesos del pasado domingo en la Cámara de los Diputados, donde por primera vez se derrumba una iniciativa de reforma constitucional, proveniente del Ejecutivo, a pesar de su mayoría numérica en la asamblea y el peso político de un gobierno mayoritariamente aceptado, tiene dos interpretaciones, como siempre sucede cuando dos criterios se oponen.
Lo más cierto de todo cuanto se dijo con terca insistencia por parte de Morena y sus aliados durante el debate, incluyendo los argumentos patrioteros y por tanto inadmisibles por ser pura pacotilla oratoria, es el enfrentamiento de dos formas de ver la sociedad, el, país y hasta la vida misma.
La izquierda (si esto es en realidad una izquierda), mira las cosas desde ese ángulo. La derecha no.
Por tanto hay dos celebraciones. Sorpresivamente la más exultante de ellas la ha ofrecido el presidente derrotado. Se trata de una hora luminosa, un triunfo de la democracia y el Estado de Derecho.
Palabras muy extrañas para quien hace apenas unos días exigió que no le vengan con eso de que la ley es la ley. Frases de amago expresadas en vísperas de una decisión constitucional importante para el futuro energético del país. Una forma burda de presionar a quienes se dejaron presionar.
Sin embargo, además de la exaltación democrática del Derecho, hubo otras expresiones. Ambas de la misma voz.
“…yo considero que el día de ayer se cometió un acto de traición a México por parte de un grupo de legisladores que, en vez de defender los intereses del pueblo, de la nación, en vez de defender lo público, se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras, que se dedican a medrar, a robar, y estos diputados los respaldaron, a los saqueadores, para decirlo con claridad.
“Muy lamentable lo que sucedió, aunque tampoco es extraño, así ha sucedido en otros tiempos de nuestra historia, los conservadores siempre han ido al extranjero o siempre han apoyado a los intereses extranjeros en contra del interés nacional…”Pero después se dijo esto:
“Pues yo creo que es un triunfo para la democracia, para demostrar que vivimos en un auténtico Estado de derecho, que no hay un presidente autoritario, que no hay corrupción, que se garantizan las libertades. Yo así lo vería.
“Y que es un triunfo también para la política, porque se avanza en el combate a la simulación. Es espléndido un momento así, donde los que se dicen representantes populares votan por Iberdrola.
“…¿Cuándo se va a volver a ver una cosa de ese tipo? Entonces, es un momento estelar.
“O sea, es triste porque, bueno, yo quisiera… No los mexicanos, me refiero a la mayoría de los mexicanos, que esos están muy claros, sino a la traición de la llamada clase política, porque carece de ideales, carece de principios y lo que no suena lógico, suena metálico, les interesa mucho el dinero, no tienen convicciones, no le tienen amor al pueblo y, como dice la canción de Rubén Blades, el que no quiere a su patria no quiere a su madre, o algo así…”
Por fin, ¿un acto de traición a la patria se puede también considerar un triunfo para la democracia, un momento históricamente “espléndido” (esplende, brilla, destella luz)? Suena extraño.
Pero vivimos tiempos extraños.
El cerco fue una payasada. Si de veras hubieran querido bloquear la Cámara, lo habrían hecho. Fue un desplante para cubrir el expediente, aunque no querían en verdad impedir las cosas. Iban a perder y lo sabían, quizá por eso quisieron sólo entorpecer la sesión desde dentro, hasta con el fofo argumento del conflicto de interés de Margarita Zavala.
Y ya en estos grados de insania, propongo el muro de honor para la frase de Rubén Blades y el amor a la madre…y a la patria… Algo así como Vicente Guerrero con música salsera.