Sabino Medina
Es aventurado y hasta temerario, pero en ambos casos errados, sostener la inminencia de una tercera guerra mundial a pretexto de una intervención regional, grave sí, pero focalizada e inmersa en cuestiones de la crisis económica que se cierne sobre todo el capitalismo.
Expliquémonos por partes. Ni EU, ni Francia, ni Alemania, podrían ir a conflicto armado que, en lugar de solucionar la cuestión del capital mundial, esto es su capitalización per se ilimitada y sin pugnas, lo que las conduciría a la ruina y a la destrucción total, lo mismo que a sus contrapartes.
Los autonombrados geopolíticos del mundo, queriéndolo o no, al servicio del negocio de las armas y la especulación de todo género, por medio de los medios sofisticados de la comunicación mundial, están haciendo hasta lo imposible para que se acepte, como cuestión natural, la inminencia de un conflicto mundial generalizado. Cierto, lo que pasa e Ucrania no está exento de riesgos; pero la historia de este conflicto, como otros muchos a lo largo de la historia, demuestra y pone de relieve que se trata de una contradicción, me atrevo a denominarla estructural, entre la economía planificada de una gran potencia, en este caso Rusia, que devino del ascenso de la URSS, socialismo de Estado, antes internacionalismo que, al fin de cuentas emparejara con sus aliados de occidente frente a la Alemania Nazi.
Son los hechos y las estructuras capitalistas de la segunda postguerra, los que se están manifestando en esta conflictiva regional y a la vez mundial. ¿O que acaso lo acontecido en la URSS, se dio al margen de la historia capitalista, y lo acontecido en Vietnam y en China, para no extendernos a todo el Oriente Medio? ¿Quién apuesta por la destrucción y la derrota de Rusia o de cualesquiera otra potencia, a no ser por los yerros y los empecinamientos propios que cada una y en conjunto adoptan, abonando responsabilidades morales y políticas que muy poco tienen que ver en la solución de las contradicciones que cada una de las potencias y todas juntas enfrentan con su sistema?
Ni siquiera las buenas razones valen y se justifican ante la historia; se pueden argüir mil cuestiones en favor y en contra de Rusia y de Ucrania; pero si no se transige con la realidad histórica que les es común, estamos equivocando y hacemos estéril todo el análisis, tanto como si confundiéramos las noticias del momento, del alcance que sean, con las inmensas fuerzas productivas y la apropiación de las mismas, por unos cuantos plutócratas emergentes de clase que, en la coyuntura o más contra la coyuntura, aparecen como emergentes sepultureros de la hermosa Ucrania, la patria de muchos hombres que sacaron a la Rusia Zarista< del absolutismo medieval en que se debatiera por siglos al unísono con Europa, por decir lo menos.
Los estrategos de la Geopolítica Mundial, casi todos ellos militares vinculados a la especulación financiera exorbitante y desorbitada, apuestan a la agudización y extensión del conflicto y ello se concreta en el envío de armas y no de negociaciones a los improvisados y chovinistas dirigentes de Ucrania, sin que la parte rusa quede exenta de esta conflictiva mundial.
El tema es arduo y complejo, no se agota en sus partes, ni en su totalidad parcial y focalizada. Resta sólo formularse una cuestión generalizada, abstracta desde luego, pero dirigida al centro histórico medular de la cuestión: ¿En verdad se cree que el neo ULTRA chovinismo ucraniano de una cúpula político militar puede arrastrar al mundo entero a una destrucción y a un choque de fuerzas con sobrado poder de acumulación mutua? Esto no ha sucedido en desenas de conflictos, conflictos inacabables, vivos todavía a lo largo del Medio Oriente, en Asía y lo que le siga al actual donde “Las Almas Muertas” de la Historia siguen vivas y presentes y así será, lo quieran admitir o no cada uno de los antagonistas estructurales al capitalismo mundial, que tampoco es la eternidad histórica con la que han soñado otros derrotados de siempre.
Quedan innumerables planteamientos en el aire, en tanto los ejércitos de informadores y desinformadores siguen echándole leña y radioactividad discursiva a uno y a otro lado del conflicto, conflicto al parecer resuelto desde su inicio, aunque se empeñen en prolongarlo. Alemania se equivocó dos veces, por decir lo menos; toda Europa lo ha hecho en su accidentada historia; ¿qué podría pasar ahora, si el empecinamiento político-miliar-financiero, centrado en la violencia, pretendiera alterar el curso de los acontecimientos de las poderosas fuerzas productivas que se hallan en juego?
Por otra parte y frente a la conflictiva mundial, ¡Qué bucólicos resultan los apetitos del mercado de la electricidad mexicana, la que se quiere devorar Iberdrola, con todo e Hidroeléctricas, a través de las trampas seudo legislativas disque de las energías limpias y los sucios dineros de la usura especulativa española! NI MODO, ESTAS SON NUESTRAS CONTRADICCIONES SUBALTERNAS. AL FIN Y AL CABO LA HISTORIA NO TERMINA, NI SE DETIENE CON MINUCIAS MAS O MENOS COMPLICADAS.