Bajo un enfoque de economía circular el consumidor tiene o alberga un gran poder en la elección de qué productos adquirir, preferenciando aquellos que sean reciclados o remanufacturados o bien que sus envases sean lo menos posible y que su uso sea mas durable.
No obstante, en una sociedad consumista, el consumo lo es todo, incluyendo las emociones o la materialización de muchas cosas intangibles como el amor, la cultura, las tradiciones y la propia historia, ya que ese sentido de exención entendido como el efecto de eximir a una persona de una carga, culpa, obligación o compromiso. O en otras palabras, la libertad de que goza una persona para eximirse de una obligación o responsabilidad, en el caso de ser un generador de residuos, al comprar todo lo que puede para sentirse bien consigo mismo, sin importarle el deber ser con los demás, Así tenemos que no hay día en que no se celebre algo, pero ese algo termina en la promoción del consumo de artículos, que en su gran mayoría terminan en pocos días en el cesto de la basura.
Por ello sabemos, que como ha venido sucediendo en cada semana santa, que para muchos solo se trata de vacaciones o días inhábiles, se ofertan artículos alusivos a la festividad y por otro lado, la movilización de turistas de todo tipo, que consumen cualesquier cosa y para después, ver como termina todo ello, en cantidades groseras de basura de todo tipo. Y eso se debe a la exención de la responsabilidad del consumidor.
Y no se trata sólo de costos de recolección, sino lo más grave, es el impacto ambiental generado por sus residuos, obviamente producto de su consumo desmesurado.
No es ciencia oculta que cada año, la generación de residuos per cápita aumente, sólo disminuyó en la pandemia, pero ahora vuelve y con más frenesí, como para desquitarse de lo que no pudieron comprar en ese momento. Es una especie de resentimiento colectivo, pero fuertemente acitadado en lo individual.
Se trata de una visión egocéntrica donde sólo importa el yo, pero ese yo con la marca de exención de responsabilidad, hacia uno mismo y hacia con los otros. Así tenemos que los visitantes, sólo tienen en cuenta su diversión, el pasarla superbién y lo demás sale sobrando, e incluso hay quienes piensan que los locales deben aguantarse, pues ellos como visitantes ya dejaron una derrama económica, (pero con un alto impacto ambiental).
De esta forma, el comportamiento, del consumidor, conlleva un gran poder, pero en sentido negativo, al ser un agente generador de residuos sin gran responsabilidad o casi nula.
La libertad esta asociada al consumo, pues se es libre para comprar o consumir todo aquello permitido y de acuerdo con sus posibilidades, pero se omite decir que la libertad tiene responsabilidad u obligaciones, más no exención.
Tan solo veamos que en el estado de Querétaro con datos del 2019 (SEDESU), se estimaba que en el 2018 se generó 1.106 kg por persona, dando un total de 2,313 toneladas por día y sumando un gran total por año de 844,259 toneladas y para el 2022 se estimaba que crecería a 1.183 kg por persona y 950,550 toneladas por año.
Por ello, de lo que se trata es de minimizar o reducir la generación de residuos, desde la responsabilidad individual, lo cual, sin duda alguna conlleva un menor consumo.
Aunque el comercio pegaría de gritos, por ver que el consumo disminuye, sin entender, que también ellos cargan una responsabilidad para tener un mejor ambiente, un mejor planeta.
Cuida el ambiente y reflexiona tu consumo.