Se entiende que la figura del referéndum revocatorio es, principalmente, una decisión que toma un poder surgido de la democracia representativa, a través de los legisladores, representantes de partidos políticos, para que sus electores ejerzan un mayor poder por sí mismos, un poder de auto-representación, se le devuelve el poder al pueblo para que lo ejerza directamente. Es una cesión de poder de los partidos a favor del pueblo. Significa el más puro ejercicio de la soberanía del pueblo para tomar las decisiones más importantes del gobierno de la república. El ciudadano vuelve a tomar el protagonismo en la política, restando ese protagonismo a los partidos políticos. En eso consiste la participación directa.
El referéndum de revocación de mandato, significa que el elector ejerce directamente su poder sobre un representante de este elector al que le pide cuentas, es la fórmula para exigir cuentas, de exigir una mayor responsabilidad a su representante previamente electo, de rendir cuentas sobre el mandato otorgado por el elector, que es el mandante, y ejercer la capacidad para volver a nombrar a su representante previamente nombrado, por eso en inglés se llama recall, renombramiento, o quitar dicho nombramiento previo. Re-vocare, volver a nombrar, re-vocatio, renombramiento.
Es por ello que se considera como la capacidad para ejercer un juicio sobre el desempeño, que lleva implícitos la sentencia y el castigo, te quedas o te vas. De ahí que la pregunta debe ser lo más directa posible, para que le quede claro al elector que se decide sobre la permanencia o el despido de un gobernante.
El pueblo no realiza, en el momento de votar, un ejercicio reflexivo para analizar todos los indicadores del desempeño del gobernante al que somete a juicio, se basa en percepciones confusas o generales sobre si conviene que siga o no siga en el puesto, no en estadísticas o datos internacionales sobre dichos indicadores. Por ello, en el caso de México, ha sido de vital importancia inaugurar el aeropuerto Felipe Ángeles, para asegurar esa imprecisa percepción de buen desempeño. De otra manera, yo no veo por qué tanta prisa por inaugurar una obra de tal magnitud y complejidad a menos de 20 días del referéndum de revocación.
Por ello, surgen muchas preguntas sobre este ejercicio de democracia directa en México: 1) Si es el ejercicio directo del poder del pueblo (democracia directa) ¿Por qué lo tiene que promover un partido político? ¿No se trata de desplazar a la partidocracia? 2) Si se busca someter a juicio al presidente ¿No es sospechoso que sea el propio presidente el principal interesado en el referéndum revocatorio? 3) Si el principal interesado en ser confirmado en el poder piensa ganar legitimidad con este acto de “renombramiento” ¿para qué ensuciar el proceso? Pues queda claro que la decisión de modificar las reglas de juego a unos días de la aplicación de este ejercicio democrático es ostensiblemente violatoria de la legalidad que exige todo proceso electoral. Una controversia constitucional ya no da tiempo para evitar su aplicación, aunque el TEPJF sostenga que el decreto que permite a servidores públicos difundir propaganda está vigente, no es aplicable para la revocación de mandato y para los procesos electorales en marcha (1). Cabe la pregunta ¿Se ensucia para restarle validez?
Un ejercicio que debería legitimar un tipo de democracia directa, sirve para fortalecer la democracia indirecta, representativa. Se desvirtúa, se hace inoperante. La falta de recursos financieros para llevarla a cabo contribuye a diluir la democracia directa. El hecho de no contar con un presupuesto suficiente que garantice una masa crítica de votos que haga vinculatorio su resultado, lo que se promueve es que no se logren los mínimos de votación necesarios para que sea vinculante. Lo convierte en una farsa.
En consecuencia, el propósito no es la revocación del mandato, que no se logrará por falta de presupuesto para hacerlo vinculante. ¿Qué fines persigue entonces este ejercicio? ¿Una mayor legitimidad del presidente? Al parecer lo que expresan las encuestas es que tiene una altísima aceptación la figura presidencial, no es necesario el ejercicio revocatorio para que cuente con legitimidad.
¿Entonces qué? Aquí lo que cabe es pura especulación: Que Morena tenga un parámetro real del voto duro para las elecciones de este año, o una base electoral cierta para 2024, o que el presidente conserve el poder suficiente para estar en condiciones de nombrar a un(a) sucesor(a) a modo, que tenga una legitimidad suficiente para profundizar los cambios que él requiere para la Cuarta Transformación, lograr mayor autonomía en el ejercicio del poder personal en detrimento del que detentan los partidos, etc. etc.
La revocación se convierte en ratificación, así lo ha manejado el partido oficialista. Todo esto si se piensa que triunfará la ratificación ¿Qué sucederá si pierde, aunque no alcance los votos necesarios para que sea vinculatorio? Si, a pesar del empeño presidencial y de todos los funcionarios (que tendrían que abandonar sus puestos si se le revocara el mandato a su jefe) el voto no les fuera favorable ¿Con qué legitimidad seguirían gobernando al país? Es inaudito que un funcionario promueva la remoción de su jefe y por ende su propia auto-remoción, es lo que se llama política inversa. Están tan seguros de ganar que hasta le disparan a su silueta.
¿Qué han hecho los partidos de oposición? Se han quedado pasmados, viendo cómo se hace política sin ellos. A lo más que han llegado es a cuestionar el proceso, pero éste va viento en popa, a pesar de que se les esfuma el poder y su representación, los revocados son los partidos de oposición. Es un efecto indirecto de este ejercicio, una pérdida real del poder de los partidos.
(1) https://www.milenio.com/politica/decreto-sobre-propaganda-no-aplica-para-la-revocacion-tepjf.