Fiel a su vocación de sembrar conflictos, diestro en el arte de operar desde la confusión y distraer con la mano izquierda los afanes de su derecha, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, designó a Quirino Ordaz, ex gobernador de Sinaloa, embajador en España. Eso ocurrió en el ya lejano septiembre de 2021. El Senado lo acaba de ratificar.
Como se sabe Quirino –abúlico durante el proceso electoral, indiferente y obsecuente ante el partido presidencial–, le entregó el poder a Rubén Rocha Moya (Morena), quien fue su coordinador de asesores, o sea, un “grillo” con picaporte. Para eso los dichos coordinadores.
Desde aquella fecha han ocurrido varias cosas importantes en la relación de México y España. Las más significativas: la manifiesta obsesión del presidente contra Iberdrola (no tanto por la empresa misma sino por sus ligas con Felipe Calderón) y otras compañías españolas, bajo el monótono discurso de la prolongación de la conquista a lo largo de los siglos.
Y como consecuencia virtual, vino una idea vacía: la “pausa” con España, sus industrias y las relaciones sin relación.
Mientras tanto los profesionales de la interpretación se devanaron los sesos (casi siempre escasos) en el inútil análisis de la fidelidad partidaria del señor Ordaz, quien ha aprobado su veleidosa condición, mientras el Partido Revolucionario Institucional hace un berrinche infructuoso ante los hechos consumados.
Expulsar a Ordaz del PRI es como excomulgar a un calvinista.
Sin embargo, nadie, ni siquiera en el “debate” senatorial para confirmar al político habilitado como “diplomático”, probó (ni siquiera expuso) los méritos de Don Qiuri, para alojarse en la casa de la Carrera de san Jerónimo.
Otro hecho significativo ha sido la actitud española ante los constantes ataques del gobierno mexicano, cuyo verbo fustiga a la Hispania Fecunda de Cortés a Repsol. Ante eso nada más ha habido dos consecuencias, el otorgamiento del beneplácito demorado para Don Quiri, y la cortesía del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, quien, ante la mesa directiva del Senado, recalcó la irrompible relación con México y pidió certeza jurídica para las empresas españolas aquí asentadas, especialmente ante el amago de una contrarreforma eléctrica.
Pues se va a quedar esperando. Ante la pausa, su gobierno reaccionó como lo hubiera hecho Moctezuma ante Cortés. Bien pudieron haber dicho, cuando cesen las frases agresivas y la pausa unilateral, entonces admitiremos a su embajador. Antes no.
“Nosotros –dijo el canciller Albares–, abogamos por una consolidación de un marco que dé seguridad, que dé seguridad jurídica a nuestros ciudadanos, a nuestras empresas. Que dé, también, seguridad a la Unión Europea…”
En fin.
En esas condiciones, la jornada de ratificación en el Senado fue un torneo de naderías y lugares comunes. Nadie pudo exponer siquiera con turbiedad, ya no exijamos claridad, los reales méritos de Ordaz –¿cómo si carece de ellos? — más allá de su acendrado patriotismo y su imaginario compromiso y bla, bla, bla.
Veamos cómo abrió el, debate Héctor Vasconcelos, quien preside la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Senadores:
“…pongo a consideración de este Pleno, el dictamen por el cual se ratifica el nombramiento que hiciera el presidente de la República, en favor del ciudadano Quirino Ordaz Coppel, designado para fungir como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México en el Reino de España y, en forma concurrente, sujeto a la recepción del beneplácito correspondiente ante el Principado de Andorra, así como Representante Permanente de México ante la Organización Mundial de Turismo, con sede en Madrid.
“España siempre ha estado presente en el imaginario, social y político de México, para sólo hablar de tiempos recientes, quiero recordar que algunos de los mejores mexicanos, entonces jóvenes de la primera mitad del siglo XX se unieron al bando progresista de la Guerra Civil Española que representó la lucha entre la libertad y la modernidad, por una parte y el conservadurismo y el fascismo, por la otra”.
–¿Y los méritos del ameritado?
“…La efervescencia de tales acontecimientos llevó a escritores como Carlos Pellicer, Octavio Paz y Elena Garro, a luchar personalmente en apoyo de la segunda república española.
“El trágico triunfo de la dictadura franquista que sumió a España en 40 años de oscurantismo, llevó al presidente Lázaro Cárdenas a romper relaciones diplomáticas entre ambos países…
–¿Y Quiri?
“…Fue hasta la muerte del dictador cuando iniciamos el restablecimiento de nuestros vínculos políticos dejando un antecedente claro, la relación entre México y España es trascendente y resiliente.
“Mientras nos vinculen 500 años de historia y una misma lengua, siempre estaremos vinculados…”
Y la cereza en el pastel sin Pastel:
“…En la Comisión de Relaciones Exteriores y la Comisión de Relaciones Exteriores, Europa, presidida por la Senadora Gabriela Benavides, determinamos por mayoría, que el ciudadano Quirino Ordaz Coppel, tiene el perfil correcto para revitalizar nuestra relación con España.
“Sus más de 30 años de experiencia en el servicio público, incluyendo cargos como el de Diputado Federal y Gobernador de Sinaloa, lo facultan para llevar a cabo su nueva encomienda con éxito…”
Pues sí, para un Senado fofo y blandengue, dominado por la disciplina de partido, el señor Ordaz viene siendo algo así como una maravilla para el ejercicio diplomático.
Quizá logre abrir una tienda Coppel en la calle de Serrano.