No cabe duda: este es un gobierno de “comunicación”. Los resultados, vendrán después, pero si no los hay, por lo menos se dirá, hubo mucha comunicación. Veamos algunos ejemplos:
Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad, quien es prácticamente el portavoz de la oficina al cargo de Rosa Icela es un maestro del rollo y el papasal. Habla y habla y no dice nada definitivo, sólo borda por las orillas, sólo vaguedades, reiteraciones, repeticiones y recuento de intenciones.
Ayer, al hablar de los hechos en San José de Gracia, le dedicó Casi mil, palabras para no decir nada sustantivo, excepto detalles de una investigación hasta ahora infructuosa:
“…al momento, los datos de prueba y evidencia objetiva que se han obtenido a la fecha respecto a los hechos no permiten establecer todavía un número determinado de víctimas, pero se sigue en las búsquedas y se sigue trabajando de manera coordinada…”
¡Ay!, la coordinación post mortem…
Pero eso sí, la comunicación por encima de todo. Así comenzó Ricardo Mejía:
“…en el caso de San José de Gracia ha habido una comunicación permanente por indicaciones del señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, y de la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, una comunicación permanente con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y el fiscal general de Michoacán, Adrián López.
“Desde el lunes 28 de febrero hay un grupo que está de manera permanente en coordinación y colaboración…”
Pero no todo en este enorme graderío de violencia llamado República Mexicana se agota en esas estrategias y procedimientos de comunicación, coordinación, información, colaboración, todo cuanto debió haberse hecho antes. No. También hay espacio para las peticiones respetuosas, como dijo ayer nuestro señor presidente en torno de la inminente violencia, frente a la cual se elevan los muros de acero en el centro de la capital, pero también las voces de la petición. Una joya:
“…hago un llamado a quienes van a manifestarse mañana, las mujeres, para que no se caiga en provocaciones y no haya violencia, porque tenemos información de que se están preparando con marros, con sopletes, con bombas molotov…”
¿Se puede espiar a Gertz pero no a las “feminazis” anarquistas? ¿Si se sabe de la fabricación terrorista de petardos, cócteles Molotov y sopletes, no se sabe quién lo hace? ¿No se puede contener a las violentas desde antes de su llegada a los muros donde van a patear y lastimar a las ateneas mientras Claudia Sheinbaum y Omar García se alzan de hombros?
Pero así se escurre el bulto:
“…esa es una postura conservadora reaccionaria en contra nuestra, en contra de la política de transformación, que es una postura totalmente política, ¿y saben de quién?, de los que enarbolan —supuestamente también— la igualdad de género, la igualdad ante la ley, la igualdad ante Dios, pero se les olvida, porque no les conviene, la igualdad económica y social…
“…No están pensando en combatir la pobreza, que afecta a hombres y a mujeres; la igualdad económica y social que tiene el mismo rango que la igualdad de género, que la igualdad ante la ley.
“¿Por qué hacer a un lado esa igualdad?, que es por la que nosotros luchamos y enfrentarnos por eso, por buscar en nuestro país la igualdad económica y social ante la monstruosa desigualdad económica y social del antiguo régimen.
“Entonces, yo hago un llamado a que las manifestaciones sean pacíficas y que no se caiga en la provocación y en la violencia. Y también lo digo con mucha claridad para que no utilicen a quienes pertenecen a movimientos feministas y están luchando legítimamente en favor de las mujeres, cuando hay detrás grupos con otros fines políticos que buscan enfrentarnos, que quisieran vandalizar el Palacio y la Catedral, para proyectar la imagen de un México en llamas…”
Eso se llama escurrir el bulto.