Este domingo Ucrania aceptó por fin reunirse a negociar con una delegación rusa a las orillas del río Pripyat, en Gómel, en la frontera de Bielorrusia, con condiciones de seguridad aceptables. Se trata de Bielorrusia, un país enemigo. A pesar de todo, es un rayo de esperanza.
Parece más que obvio que una de las premisas básicas de la teoría de la negociación no se da para Ucrania: negociar cuando las condiciones sean más favorables. El tiempo en que se le urgía volver al formato de Normandía para negociar los acuerdos de Minsk quedó atrás. Ahora tiene a las tropas rusas en las calles de Kiev, con Járkov, la segunda ciudad más grande, tomada, con avances en las dos repúblicas independientes hasta los límites anteriores al conflicto de 2014, con el control del Mar de Azov por la toma de Mariúpol y de las provincias de Nikolayev, Kherson y Zaporishia, que implican el dominio del Mar Negro, con una Odesa pro rusa copada por la armada rusa. Con presencia rusa en Ivano-Frankivist, en Lviv y en la provincia de Volyn, en la frontera con Polonia. Ahora va a negociar con la zoga al cuello.
A favor, Ucrania tiene a una Europa unida como nunca antes en contra de Rusia. Aunque sea de dientes para afuera, porque a los alemanes, italianos, austriacos y húngaros el gas se les puede acabar y son los más dependientes de Rusia y los demás países tengan que importarlo a precios muy por encima del gas ruso. Sube el petróleo a más de cien dólares por barril y la inflación que ya era grande debido al circulante que la gran mayoría de los países inyectó para la recuperación de la economía paralizada por la pandemia, ahora se va a ver incrementada a niveles insoportables e incontrolables para muchos países.
¿Qué pondrán sobre la mesa de negociación los rusos? 1) La rendición incondicional del ejército ucraniano, ya que uno de los objetivos de la invasión fue la desmilitarización de Ucrania. 2) El reconocimiento de nuevas fronteras, que ahora no se van a limitar al de las dos repúblicas de Donest y Luhansk, con los límites anteriores a 2014, sino a la inclusión de Odesa, Nikolayev, Kherson y Zaporishia a la Federación Rusa (para el control total del Mar Negro y el de Azov), 3) La modificación de la constitución ucraniana para que se declare que será un país neutral y se asegure que no entrará a la OTAN jamás, 4) Nuevas elecciones, en las que se proscriba la participación de organizaciones neonazis y 6) Que Zelenski exija el levantamiento inmediato de la sanciones económicas y administrativas impuestas a Rusia por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea.
¿Qué puede exigir Ucrania? 1. Un cese inmediato de las hostilidades. 2) El retiro inmediato del ejército ruso. 3) Garantizar a Zelenski y a su gobierno permanecer en Ucrania, 4) Garantizar la integridad territorial y política de Ucrania. Puede ampliar la lista a muchas más garantías, pero ante la situación de tener la bota rusa en el cuello, lo más que puede pedir es que lo deje respirar.
Si el clima obligó a Rusia a precipitar los acontecimientos, el tiempo es muy importante para Zelenzki. Cada día que pase sin acuerdo son más muertos y más destrucción de infraestructura vital para la supervivencia de Ucrania.
La presión internacional y el incremento de las sanciones han elevado la apuesta a niveles peligrosos, Putin ya dio la orden de poner en alerta máxima el poderío nuclear, y este es otro nivel de confrontación que hay que tomar en serio. Si se empieza con una bomba atómica, habrá represalias similares y será muy difícil determinar si habrá contención o se llegará hasta el final, no de una guerra, sino de la humanidad.
En la época de la guerra fía y de las políticas de “deterrence”, la amenaza nuclear fue conjurada por los mismos científicos e intelectuales rusos y estadounidenses, para evitar el “invierno nuclear”. Convencieron a los políticos de que una guerra nuclear acabaría con la humanidad como la conocemos y se tuvo que llegar a los acuerdos de limitación de las armas nucleares.
Llegar a provocar situaciones de conflicto a estos niveles en la actualidad es inconcebible, pero posible. Aquí es donde debemos participar todos los ciudadanos, porque es tan irresponsable la dirigencia rusa al poner en alerta máxima su poder atómico, como de la administración Biden y de los europeos, de empujar a la OTAN hacia el oriente para que esto suceda. No es sólo Putin, son las potencias occidentales, que han estado atizando irresponsablemente a Rusia para debilitarla y obtener ventajas económicas a riesgo de toda la humanidad. Ya vimos que no hay racionalidad en ninguna guerra y ésta no es la excepción.
El grito de BASTA debe escucharse en ambos bandos, porque la invasión rusa en Ucrania es mucho más que un problema con este país. Es el problema de la seguridad mundial. Basta de políticos irresponsables.