Pierde Querétaro uno de sus últimos guerreros: Álvaro Arreola Valdéz, líder del movimiento estudiantil que obtuvo la autonomía de la UAQ en 1958. Está siendo velado en Funerales Modernos de Querétaro. Abogado, maestro universitario, ex director de la Escuela de Bachilleres y ex director de Educación del Estado. Se le vela en Funerales Modernos de Querétaro. Aquí una de sus entrevistas para Plaza de Armas, en el cincuentenario de la matanza de Tlatelolco.
Como líder del comité de huelga de la autonomía en 1958, Álvaro Arreola Valdéz, fue el contacto natural de los universitarios queretanos con el movimiento del 68 y estuvo a punto de ser detenido por agentes federales, junto con otros compañeros, pero los salvó el gobernador Juventino Castro Sánchez, recuerda 50 años después en la tranquilidad de su casa, en donde escribe otro libro testimonial: Los diez días que marcaron el rumbo de la Universidad de Querétaro.
Bien presente lo tiene el tres veces director de la Escuela de Bachilleres, rector por un día de la UAQ, célebre peleonero y ex boxeador conocido como “El Estudiante”, que esta mañana viste camisa Brooks Brothers a cuadros azules y pantalón vaquero, mientras ofrece café.
Personaje de Querétaro, ajonjolí de todos los moles, el también promotor del sindicato académico, fundador de la Universidad Tecnológica, ex director de Educación del Estado y hasta director de la Policía Judicial, reconoce –en entrevista con PLAZA DE ARMAS- la mínima participación local en los hechos que derivaron, hace medio siglo, en la matanza de Tlatelolco.
Querétaro ha sido más bien receptor que promotor de movimientos, lo mismo en la Independencia que en la Reforma y la Revolución, sostiene. No participaban ni los jóvenes queretanos radicados en el De Efe, como Pascual Alcocer, Raúl Reynoso y Pancho Domínguez (padre del actual gobernador) que estudiaban veterinaria y nomás platicaban lo que veían allá.
Por eso, recomendado por dirigentes universitarios de Morelia, Álvaro Arreola, que había presidido el movimiento del 58 y ya era maestro de civismo, historia de México y derecho constitucional, fue contactado por los activistas de la UNAM y organizó algunos actos en la UA, en San Juan del Río y en el Jardín Obregón, como él le sigue llamando al Zenea.
Todo iba bien hasta que algunos de los enviados que venían de México volcaron su carro en la Cuesta China, cargados de propaganda dirigida a Álvaro. Había sido descubierto, señalado como comunista y de inmediato buscado para trasladarlo a la capital del país, lo que hubiera ocurrido sin la decisiva intervención del entonces mandatario estatal.
LA DEFENSA DE CASTRO
Juventino Castro lo defendió en su encuentro con los agentes de Gobernación en el antiguo Palacio de Madero 70. Arreola no sabe lo que es el capitalismo, menos lo que es el comunismo. Eso no se enseña en nuestras aulas, les dijo. Aquí puro acejotamero (de la agrupación de jóvenes católicos).
Hoy confiesa Álvaro que le dio miedo y hasta pensó lanzarse por la alta ventana del despacho del gobernador, razonando que si se lo llevaban tal vez no regresaría nunca y si se tiraba podía ser llevado a la Cruz Roja y salvarse.
Igual suerte podían correr otros presuntos implicados, como Manuel “La Calaca” Suárez Muñoz, Alejandro Maldonado Franco, Carlos Alcántara Ordaz y Alejandro Juárez Zúñiga, todos de la Escuela de Derecho.
Muchos años después, el ex gobernador Juventino Castro Sánchez contó a este reportero que el mismísimo secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, le habló antes del 2 de octubre para pedirle que le entregara a Álvaro Arreola Valdéz y José Ortiz Arana, a lo que se negó afirmando que él respondía por ellos. ¿Y por usted quién responde? Le increpó el generalote. El pueblo, reviró el Ejecutivo local. Y no se llevaron a nadie.
En todos los estados hubo detenidos, menos aquí, recuerda el hoy maestro jubilado que a sus casi 85 años sigue yendo todas las mañanas al Campestre, aunque hace ejercicio cada tercer día, porque recientemente se lesionó tirando una patada de karate y lo van a tener que operar el 28 de este mes.
LA LUCHA ETERNA
Universitario hasta la muerte, Álvaro Arreola opina que en 58, 68 y ahora, se juegan los mismos valores: autonomía, presupuesto y rechazo a la represión en contra de alumnos y maestros, pero que lamentablemente, a pesar de tantos muertos, el país no cambió. Por el contrario se afianzó la corrupción, al pacificarse las universidades, que eran la única opción de rebeldía.
Pendiente de los acontecimientos nacionales y locales, señala que los cambios se dan paulatinamente, vía los acuerdos y que son los jóvenes los promotores del cambio, que cansados de los gobiernos tradicionales votaron el 1 de julio por López Obrador, quien desafortunadamente no podrá cumplir todo lo prometido, “como eso de duplicarnos las pensiones a los jubilados”.
Así lo cree el líder universitario que encabezó el movimiento de la autonomía de la Universidad de Querétaro hace casi 60 años, a cumplirse en enero próximo y que fue electo y protestó como rector, pero e faltaron los votos de tres consejeros y, sobre todo, el del gobernador Antonio Calzada, temeroso de que le cerrara la universidad por el presupuesto o cualquier otro problema, como le confesó un día el célebre licenciado José Guadalupe Ramírez, al que debería sustituir.
Esos fueron otros tiempos, más intensos pero no mejores que estos que disfruta el retiro al lado de su familia y en especial con doña Clementina de la Isla Pozo, su motor y centro, mientras escribe su libro de extenso título: “Los diez días que marcaron el rumbo de la Universidad de Querétaro; reseña de la lucha estudiantil en pro de la autonomía, contada por uno de sus personajes”.
Ahí comenzó todo.