Con elusiva seguridad el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, como si eso resolviera algo, denunció el orígen de la amenaza contra un desconocido agente de la USDA, cuya queja ante su gobierno puso en pausa –como si fueran aguacates de Borbón–, un flujo de exportación calculado en tres mil millones de pesos. Nada más.
Sin comprender claramente el asunto, el gobernador Ramírez Bedolla explicó las cosas en una entrevista radiofónica,como si la delincuencia organizada no existiera en Michoacán, cuyo clima de violencia ha impelido al gobierno federal a una toma militar del pueblo de Aguililla, por si hicieran falta más ejemplos.
“Una amenaza por no dejar que pasara el aguacate que venía de otro estado; rastreamos la llamada, sale de un penal de Ecatepec, ya se tomaron las medidas, este inspector está perfectamente salvaguardado desde el día viernes.”
El gobernador adujo el convenio con los productores locales y la marginalidad de cualquier otra compra, así la hagan (por debajo del agua), algunos productores michoacanos, “para completar”.
“Eso es ilegal, rompe con la trazabilidad, de inocuidad (sic) y de sanidad, que es lo que precisamente revisan los inspectores de la USDA”. Uno podría pensar, cuando se habla de esas revisiones y la correspondiente certificación. en el Senasica del gobierno mexicano, pero por lo visto la voz cantante y la autoridad –al menos en productos de exportación-, la tiene el gobierno de Estados Unidos cuyo rigor impide el paso del aguacate, pero no contiene el flujo de drogas para sostener a sus treinta o más millones de adictos, quienes con su enfermedad ( su vicio) generan un mercado de proporciones realmente incalculables.
La fgragulidad de la tantas veces invocada soberanía nacional s exhibe en este sólo dato: una llamada telefónica y su consecuencia más allá de la frontera, puede acabar en 24 horas –o al menos amenazar– a un mercado enorme del cual dependen miles de agricultores y campesinos.
Y en la cadena comercial (Estados Unidos compra a un precio y revende a otro), los americanos pueden esperar el suministro, para después equilibrar sus ganancias. Al fin ya pasó el Superbowl.
Si una simple amenaza, supuestamente desde un penal, puede acarrear este guacamole, no resulta difícil suponer la dimensión de las amenazas en torno de asuntos mayores, como –por ejemplo– la energía eléctrica o las inversiones en materia petrolera. Esas sí son palabras mayores.
México nya viviuó las consecuencia no de una amenaza, sino del asesinato de un agente estadunidense (éste de la DEA) durante el tiempo de Miguel de la Madrid y no fue algo ni sencillo ni halagador. Eso explica la sumisión del presidente López Obrador ante Donald Trump, quien modeló a su antojo nuestra política migratoria, nuestro comportamiento fronterizo y nuestra capacidad de asilo.
Hoy México no actúa con la vergonzosa docilidad exhibida ante el injurioso señor Trump, pero verá como la tuercen el brazo, con la senil sonrisa en la boca del señor Biden. Esto de los aguacates — y la información sobre la “Casa Gris” en Texas–, es apenas una probadita para no olvidar quién manda aquí.
Por lo pronto, y es una teoría, el conflicto con España y sus empresas de energía, parece estar hecho a la medida de los intereses de los Estados Unidos.
Tú echas de México a los españoles y esa porción del mercado energético se queda para las empresas estadunidenses. Ese parece haber sido el acuerdo. De otro modo la suspensión de relaciones con España no se explica el mismo día de la visita de John Kerry, con el verde pretexto de la salud ecológica del planeta.
Como si de verdad fuera cierto.
CASA GRIS
El presidente está siempre dispuesto a repetir una mentira hasta consagrarla como algo cierto. Repetir y repetir. Pero insistir en un error, nada más lo exhibe en la intransigencia estéril.