Tienen razón mis amigos de Morena cuando me acusan de que en mi artículo pasado hablé sobre las enfermedades mentales de líderes internacionales, pero me salté olímpicamente los trastornos de los presidentes de México. En lo que no coincido es en la causa de esta omisión, afirman que responde a mi vocación neoliberal y a mis intereses económicos con el priísmo y el panismo. (¡Háganmela buena!). Sólo les faltó que me acusaran de que gano una lana exhumando cadáveres. Lamento desilusionarlos, la razón del descuido fue porque no se puede ser muy prolijo en tan poco espacio y porque las psicosis de los líderes extranjero están documentadas y en México son esencialmente rumores. Nuestros líderes, y me refiero tanto políticos como empresariales, son muy celosos de su intimidad y han sido por blindados por leyes y políticas del INAI. De todos modos abordemos el tema.
López Mateos asumió la presidencia con dolores terribles de cabeza, era un aneurisma que finalmente lo llevó a la tumba. Recordemos que, según esto, Fox consumía, como si fueran pastillas de menta, el famoso “Prozac”. De Calderón se ha dicho que a la menor provocación decía, por esto y por lo otro: “Salud”. Efectivamente, el poder provoca una borrachera psicológica, emocional y etílica. La locura de la política también puede ser una adicción alcohólica, se la atribuyen a Nixon, a Bush padre, a Yeltsin, a la Tacher. Se dice que la Tacher estaba hasta atrás cuando en la Guerra de las Malvinas decidió que hundieran un barco con jóvenes estudiantes argentinos.
Mi buen amigo Juan Bosco Abascal hizo un análisis del perfil del Presidente y su diagnóstico fue: trastorno narcisista; fantasías de éxito ilimitado; manía persecutoria; denostar a quienes están contra él; anormal, oligofrenia, personalidad psicopática; desplaza la culpa a los demás. Es necesario tomar con mucha reserva el análisis de Abascal, que es doctor en psicología y con gran experiencia en cuestiones clínicas, pero también se reconoce su conservadurismo radical. Son terrenos profesionales demasiado resbaladizos para mí, los remito a la página de internet correspondiente.
El gobernador Mauricio Kuri ha sido aquejado por dos enfermedades, una en campaña, creo que un problema vascular y ahora por Covid. En las dos ocasiones, salvo que alguien mejor informado me corrija, pero la información sobre su estado de salud ha fluido en forma clara, oportuna y directa. Creo es algo muy positivo para su credibilidad en un tema tan importante.
Hace tiempo el Financial Times publicó los siete hábitos de un Ejecutivo o del empresario ineficaz: “No se da cuenta que está en una administración colegiada; no gestiona las expectativas; adopta el modelo de un Ejecutivo Heroico; su estilo es centralista y vertical; no escucha las críticas bien intencionadas; se fija metas arbitrarias sin evaluación del desempeño; no gestiona una sucesión estable y ordenada”. En el momento en el que aparecen estos síntomas, el tablero de la salud mental se prende como árbol de navidad y quienes padecemos este poder debemos tomar nuestras precauciones. Lo que veremos en el próximo artículo.