¿Quién decidió estos años de Indira Cato omitir el nombre de su padre, Gabriel García Márquez? ¿Por qué la madre –Susana Cato–, resguardó este tiempo un asunto privado, hoy público? ¿Mercedes Barcha –la esposa oficial del Nobel de Literatura 1982–, sabía que la hija existía aparte de sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, con apellidos del autor de Cien años de soledad? ¿Por qué García Márquez desconoció a su hija ante la sociedad, antes que todo se convirtiera en un circo mediático provocado, precisamente, por la familia con sus apellidos? ¿Indira y Susana Cato se resguardarán o responderán las interrogantes?
Era rumor que se sabía en el medio cultural. Era rumor del que no salía bien librado el autor de Memoria de mis putas tristes, último libro de ficción. Un rumor del que nadie sabe si llegó a oídos de Mercedes Barcha, acostumbrada a maledicencias en torno a una figura monumental de la literatura latinoamericana. Pero existía la hija, más allá del matrimonio oficial. Una hija a la que –presume la familia–, el padre le regaló “una casa y un auto”, y que ahora la incluyen en la Wikipedia como hija de Gabo que, dicen, siempre estuvo pendiente de Susana y su hija. Lo cierto es que a Indira Cato –salvo que alguien nos desmienta–, no le tocó un centavo de las regalías por las obras del autor.
¿Los hermanos de Indira le restituirán sus derechos perdidos, aceptarán que su hermana es Indira García Cato? ¿La vida profesional de la hija sería distinta si su padre la hubiera reconocido? ¿Cómo sería la vida de Rodrigo y Gonzalo si no fueran los hijos reconocidos por su padre? ¿No creen que asistimos a un acto de hipocresía social que delata la actitud de un hombre de izquierda, revolucionario y comprometido con la causa de los pueblos de la tierra?
La noticia corrió por el mundo entero. El biógrafo oficial, Gerald Martin prefirió guardar silencio, a sabiendas que “el dato” lo omitió en la biografía del autor de El amor en los tiempos del cólera. ¿Por qué hasta ahora? Para no lastimar a Mercedes Barcha, dicen. ¿No importa, no cuenta que se lastime a Susana e Indira Cato?
La deuda con ellas es enorme y se les tendría que heredar en sus plenos derechos.
El silencio cómplice no sirve de nada.
Entresacado: ¿La vida profesional de la hija sería distinta si su padre la hubiera reconocido?